Louis releyó aquellas letras, una y otra y otra y otra vez. Su garganta doliendo a cada palabra, reteniendo cuanto podía sus lágrimas al final de cada oración.
—Louis. Te presento a Emiliano, un amigo... Lejano. Vino de visita.
Su visión estaba borrosa, sus delgados dedos se apretaban a la suave tela del pijama que cubría su pecho y su corazón latía fuertemente. Su mirada se perdió en la nada, pensando en todo. En aquel sentimiento que florecía desde lo profundo de su pecho que le confundía, le asustaba y le lastimaba.
Aquel olor de omega. El detalle de sus ojos cansados, la tristeza que se reflejaba en ellos. Su postura que parecía firme, pero flaqueaba sin que pudiese evitarlo.
Creía estar perdiendo un poco la razón. No tenía mucho para validar lo que su mente le imponía como un fuerte tornado. Pero las hojas que sujetaba en su mano temblorosa, decían mucho más de lo que pudiera suponer por sí mismo. Por qué justo en ese momento, ¿por qué no antes, por qué no después? ¿por qué no... Nunca?
Ojalá nunca hubiera bajado al sótano, ojalá nunca hubiera buscado las fotografías, ojalá nunca hubiera encontrado esas cartas. Ojalá Tobias nunca le hubiese mentido.
¿Cómo podía ser posible? Y se trataba de él, por supuesto que se trataba de él. Su nombre estaba escrito allí. Su madre había escrito eso para él.
Pero no distinguía a Elisa. Y las cartas pintaban una historia más allá de lo que sea que pudiese imaginar. Una triste, una dolorosa, una que no conocía.
Y recordándose vagamente frente al hombre que había conocido antes, Emiliano, pareciera que estuviese viendo su propio reflejo. Ojos como el mar, labios delgados, cabello lacio, castaño. De piel pálida y anatomía frágil, delgada, omega.
Debía ser todo una pesadilla.
"—¿Esta de aquí es tu madre?
—Sí maestra.
Ella sonrió, enternecida—. Eres muy ajeno a la genética de tu familia, ¿no es así? Eso es muy interesante.
Se movió, sonriendo un poco extrañado—. Supongo que he salido castaño por mis abuelos parternos...
—¡Oh pero no pongas esa cara! —comentó ella con emoción—. Verás, los rasgos genéticos van de generación en generación, y a veces se saltan y a veces aparecen, y luego otra vez no y es todo un lío pero es muy interesante... Entonces cuando sucede..."
Soltó todo encima de la cama y se puso de pie, cerrando los ojos y sollozando finalmente. Estaba asustado, y confundido. Porque los lazos de sus pensamientos comenzaban a encontrarse, a tomar sentido. Todo parecía tener bastante sentido. Y su corazón latía fuerte por ello, su omega no estaba dándole molestias. No estaba angustiado, no estaba preocupado.
Lo había reconocido, lo entendió. A Emiliano, aquel sentimiento extraño que le invadió por completo cuando sus miradas se encontraron por primera vez, cuando él le habló, el escalofrío que le recorrió al escuchar su suave voz, cuando se dio cuenta de la profunda tristeza que le invadía. ¿Cómo podía Louis conocer que Emiliano estaba sufriendo? Si apenas le había conocido... Lo sintió. Pero no supo entenderlo.
Pero justo en ese momento, lo hacía. Lo entendía.
—Hola... Quizás no te acuerdas de mí, pero te conocí cuando eras muy chiquito.
te conocí cuando eras muy chiquito.
te conocí cuando eras muy chiquito.
te conocí cuando eras muy chiquito.
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Llámame por mi nombre | Larry Stylinson
FanfictionLas cosas en casa se complican para Louis cuando por un celo inesperado, termina envuelto en las sábanas con Harry, el mejor amigo de su hermano mayor. • Larry Stylinson. • Omegaverse. • Resubida. • No se aceptan copias o adaptaciones de esta histor...