El pasado de Emiliano, primera parte.
Nunca se había sentido así antes. A pesar de que era la tercera vez que se repetía, incluso se sentía mejor que la primera vez. Era todo tan cómodo y acogedor. Su vista estaba en el techo de la habitación, su respiración era suave y estaba en medio de un lío tibio de sábanas. Sus brazos extendidos a los lados de su cabeza y sus piernas separadas.
Emiliano soltó un suspiro y sonrió, imágenes lloviendo en su mente pasando con rapidez como si estuvieran moviéndose delante de sus ojos, todas ellas sobre lo increíble que habían sido las últimas dos horas de su vida, las últimas tres semanas. Aquellos movimientos que le habían dejado un poco adolorido extendido allí en esa cama gigante, pero feliz, realmente muy feliz.
Parpadeó, y siguió respirando aquella aura que se había concentrado dentro de la habitación. Que se sentía exquisita en el fondo de sus pulmones. Acarició la piel de sus caderas, allí donde ardía ligeramente con el fantasma de unas grandes manos apretando. Juntó sus tobillos y paseó su dedo del pie por encima con lentitud, apretó las sábanas entre sus dedos y su sonrisa creció más.
Amaba ese momento. Amaba esos segundos. Amaba ese lugar.
Porque nunca antes se había sentido así. Era joven, estaba muy claro. No hubieron muchos alfa antes de Tobias, eso también era muy claro. Pero aquellos cuantos jamás se sintieron como Tobias. Aquellos cuantos no le habían tratado como ese alfa de ojos verdes. Con aquellos no hubo ninguna conexión de ninguna forma.
Y lo curioso era, que Emiliano había querido estar con un alfa aún si su celo no estaba de por medio.
Había ansiado que esas suaves y gentiles manos acariciaran todo de él. Que esos labios absorbieran su vida entera si así querían. Había anhelado sentirse suyo... Y así fue. Se sintió tan suyo, que se había atrevido a llamarle alfa.
[...]
Sus pasos eran suaves cuando salió fuera de la habitación de hotel. Su piel era cubierta por aquella sudadera verde árbol que no le pertenecía en absoluto. Estaba tan gigante que se sentía como esos adolescentes enamorados de las películas que vestían las ropas de sus parejas y lucían realmente ridículos con ellas encima.
Se sentía ridículo. Pero enamorado y feliz. No trataba de encontrarle mucha explicación a la situación. Había estado viéndose con ese alfa durante tres semanas, y él siempre se portaba tan gentil y amable. Siempre siendo dulce y cuidadoso. Siempre llamándolo omega, ambos sintiendo esa gran conexión en cuanto estaban cerca del otro. Había consultado con Eredía, una de las mujeres más mayores que trabajaban como ayudantes en el cabaret, ella era una omega muy buena gente y le había dicho que era todo obra del destino. Le había hablado de esas extrañas situaciones en donde alfa y omega se encontraban, siendo destinados desde el momento de nacer, cómo podían algunas veces encontrarse y cómo podían sentirse después de conocerse. Justo como se sentían ellos. O justo como se sentía Emiliano y decía sentirse Tobias cuando el joven se lo comentó. Eredía había estado muy feliz por Emiliano, diciéndole que ya lo había encontrado todo en la vida y siendo tan joven como lo era.
Así que eso era lo que según eran. Destinados.
Aunque Emiliano sabía que era simplemente una dulce fantasía que con suerte duraría un poco más, pues tristemente no era todo color de rosa.
Y de eso se dio cuenta desde que Tobias había llegado a la habitación esa tarde, con la mirada un poco ausente pero dispuesto a darlo todo para él. Para hacerle sentir bien, para apreciar la belleza de sus facciones y aprovechar cada momento para decirle cuan bien lo hacía sentir. Y lo sintió más fuerte cuando había despertado de una pequeña siesta y el alfa ya no estaba a su lado.
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Llámame por mi nombre | Larry Stylinson
Fiksi PenggemarLas cosas en casa se complican para Louis cuando por un celo inesperado, termina envuelto en las sábanas con Harry, el mejor amigo de su hermano mayor. • Larry Stylinson. • Omegaverse. • Resubida. • No se aceptan copias o adaptaciones de esta histor...