CAPÍTULO 40. CERRAR CICLOS.

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CAPÍTULO 40. CERRAR CICLOS.

La cena fue servida en el jardín, y así pasó la hora de la comida entre conversas y risas, en un ambiente lleno de armonía, sintiendo en sus corazones la calma que necesitaban sentir desde hace muchos años.
—  Abuelos, mañana iremos de pesca, ¿Verdad?
Francesco miró a Salvatore, esperando una respuesta.
—  Si mi abuelo no tiene compromisos, iremos de pesca.
Francesco sonrió y respondió.
—  por supuesto que no, y si los tuviera los cancelaría, quiero ir de pesca con mis nietos, así como lo hacía con tu....
—  Francesco se quedó estático al ver por donde iba el hilo de sus palabras, Salvatore terminó la frase.
—  Con mi padre, me perdí de mucho, pero en otra ocasión iremos los cuartos a pescar, abuelo ¿Te parece?
—  Siempre lo soñé, nieto, siempre.
—  Bien mañana iremos de pesca.
—  No quiero quitar tu tiempo de trabajo, es media semana.
—  Como dijo mi abuelo, y si hay compromisos los cancelo, no se diga más.
Las horas pasaron, y cada uno fue a su habitación, Amaranta llevó a los Rinaldi a la habitación de huéspedes.
—  Gracias hija, gracias por invitarnos a sus vidas.
—  Son la familia de mi esposo y de mis hijos, no tenemos por qué ser como extraños.
—  Tu madre siempre fue una excelente persona.
—  Gracias. — Respondió Amaranta, les dio un abrazo y en sus pensamientos surgió una idea.
—  No fueron mis abuelos directos, pero lo son de mis hijos, en cierto modo, estamos destinados a ser familia.
—  Así es. —  Respondió Natalia.
—  Mi nieta mayor. —  Expresó con orgullo Francesco, dándole un abrazo que fue correspondido.
Amaranta se despidió y fue a su habitación.
—  Ya los sirenitos están dormidos, ahora debo consentir a la reina de la casa.
Amaranta se despojó de sus prendas y Salvatore la llevó al baño en sus brazos, se sumergieron en la bañera, llena de pétalos rojos.
Amaranta sentada y Salvatore entre sus piernas, ella empezó acariciar su pecho
—  Gracias por la cena mi amor, tenía en mente hablar con mis abuelos, pero fue mucho mejor de lo que imaginé.
—  ¿Y como lo imaginaste?
—  Llevarlos a un restaurante exclusivo para nosotros.
—  Siempre estaré para ti mi amor.
Pasaron rato en ese baño relajante entre caricias y conversación, tenían su tiempo para todo.
Salieron de ahí, Salvatore secó el cabello de su esposa y se metieron a la cama, y abrazado se dejaron llevar por los brazos de Morfeo.
Al día siguiente, las risas y el bullicio los despertó, Salvatore se levantó y fue a la ventana, y los vio. Eran sus pequeños terremotos jugando con sus abuelos.
Salvatore vió la escena y sintió pesar en su corazón, Rómulo fue un gran abuelo que supo desempeñar cada papel que le tocó vivir con él.
El de abuelo, consintiendo lo, y llevándolo de paseo por la granja, de pesca y de viaje de vacaciones.
El de padre, dándole un consejo, corrigiendo lo, y enseñándole su trabajo, así como valores para enfrentar la vida.
Sintió tranquilidad en su corazón, Amaranta lo abrazó por la espalda mientras reía de ver a sus hijos compartir con sus bisabuelo.
Fueron al baño a ducharse, se arreglaron y bajaron a desayunar en el jardín.
—  Buenos días abuelos. ¿Durmieron bien?
—  Si hijo, muy bien.
—  Bisa y yo ya estamos listos para ir de pesca. ¿Verdad abuelo? —  El impaciente Páris, preguntaba.
—  Yo también voy, voy a comer el pez más grande del lago.
—  ¿Te comerás un gran pez? —  Páris no daba crédito a las palabras de su hermana.
Todos se alistaron y salieron al puerto para subir al pequeño yate e ir de pesca.
Amaranta y Natalia los vio irse.
—  Y bien, ¿Parece que tendremos día de chicas?
—  Creo que sí, hago unas llamadas y nos vamos de compras.
Amaranta fue a la oficina que Salvatore tiene en casa y llamó a Jisso.
—  Jiss, estarás al frente hasta segunda órden, pues tu amigo está de retiro con sus abuelos Rinaldi.
—  Me alegra mucho escuchar esas palabras, AmiCris, de verdad, y muy bien que no se preocupe que Axel y yo nos hacemos cargo de todo. Ah y otra cosa, llévatelo de viaje, a Hawái.
—  Te tomaré la palabra. — Amaranta se carcajeo y colgó la llamada.
Así pasaron los meses, y ya estaban el el cumpleaños de los gemelos Iam Mattias y Gian Marco.
Todos llegaron a la celebración, eran un ejército, entre grande y pequeños, Amaranta siempre le hacía falta su otra mitad, Adhara con quién solo tenían charlas telefónicas, seguía en Turquía con Emir Aksoy.
—  Pronto estaré con ustedes, les daré una gran sorpresa. —  Le dijo Adhara despidiéndose de su gemela luego de casi tres horas hablando.
—  Tus sobrinos te esperan, vuelve pronto.
Se despidieron y ya estaban en la fiesta todos compartieron, Xander Dominick junto a Stella habían formalizado su relación, Ágata y Eve, con sus prometidos, al igual que Xavier, con su nuevo amor, Joshua Pollock.
—  Me hace feliz, verte feliz mi Xavi.
—  Y yo también soy feliz de verte feliz con tu enmascarado.
Todos pasaron la tarde y noche entre charlas, y risas muy amenas.
El tiempo siguió pasando, tres meses más y Amaranta estaba esperando a Donatello y Kiara en el aeropuerto para llevarlos a la villa.
Salvatore estaba en la hacienda con sus pequeños terremotos jugando y esperando a Amaranta sin esperarse la sorpresa de sus padres.
—  Hola cariño, no pensé que estarías aquí esperando por nosotros.- Habló Kiara al ver a su nuera ahí, sonriente esperando por ellos.
—  Como cree que los dejaré llegar, si yo los invité.
—  ¿ Como estás hija?
—  Muy bien señor Donatello, vamos que su hijo ni se imagina que ustedes están aquí.
—  Me imagino, por que como todos los días me llamó y le dije que tenía un día muy agitado de reuniones.- Respondió Kiara.
Amaranta miró a Donatello, y vio como siempre esa tristeza en sus ojos.
—  Vamos, que es tiempo de dejar esa página atrás.
Subieron al auto y fueron rumbo a la villa, el trayecto fue entre conversas triviales.
Cuando llegaron Salvatore y los pequeños estaban en el jardín, Amaranta, Kiara y Donatello caminaron hasta llegar a ellos.
Salvatore se gira y queda de frente a sus padres.
—  ¡Madre! Que gusto verte ¿Por qué no me dijiste que venían. —  Expresó feliz y abrazando a su madre.
Miró a Donatello.
—  Hola Padre.
—  Hola hijo ¿Como has estado?
—  Muy bien papá.
Lo miró fijamente y se abrazaron, Salvatore sintió en ese abrazo esa liberación a esa presión que sentía en su pecho, Kiara vio a sus hombres unido en ese abrazo que tanto ella deseó ver hace años atrás, y ahora estaba ahí viviendo ese mágico momento.
—  Padre, perdóname, perdón por tanta indiferencia hacia ti.
— Ya hijo, yo también tuve mucha culpa, debí morder mi lengua antes de pronunciar esas palabras.
—  Padre, yo también cometí ese error, negar a mis hijos, así que no estoy libre de pecado.
—  Hijo mio, perdóname, destruí tu vida sin querer, y no me alcanzará la vida para arrepentirme de eso. - Habló Kiara con lágrimas en los ojos.
—  Ya no más, ya no más rencor, ni pasados dolorosos, de aquí para adelante, siempre, seguiremos adelante, tenemos una gran familia, para disfrutar y ser felices, padre, padre mío, hoy reconozco que siempre necesité de ti, tanto que a través de Derek De la Hoz disfrutaba de tu compañía, de nuestras conversas, y de tus abrazos, padre.
—  Nunca lo imaginé hijo, siempre creí que.
—  Nunca padre, nunca te odie, estaba dolido y te castigué, y junto a ti me castigué yo también.
—  Perdona...
Sus palabras fueron interrumpidas por el abrazo más sincero que su hijo le pudo dar, Donatello, Kiara y Salvatore sintieron la verdadera liberación que antes buscaron y no encontraron, Kiara jamás pudo mirar a su hijo y hablarle como antes, a pesar del perdón otorgado por el.
Horas después llegaron los abuelos Rinaldi, y juntos fueron de pesca Francesco, Donatello, Salvatore y Páris Rinaldi, aunque Salvatore no llevara su apellido la fuerza de la sangre siempre les recordaría que eran del linaje Rinaldi Solís.
Los meses pasaron, seis exactamente y los gemelos ya tenían casi dos años, y Amaranta no se sentía nada bien, todo le hacía sentir ofendida.
—  Jiss, no se qué le está sucediendo a mi Sirena, todo le molesta, nada le gusta, ya ni los chocolates que tanto le gustaban los recibe de buena manera.
—  Estará molesta por que no le pides matrimonio, hasta yo te colgaría por esa falta de atención.
—  Pero ya estamos casados.
—  Si, pero falta el más importante, el matrimonio religioso, ya sabes eso que les encantan a las mujeres románticas.
Salvatore la miró achicando los ojos como escudriñando esa verdad oculta que no se atrevía a decirle.
—  ¿Acaso tú no eres de ese grupo de mujeres?
Jisso lo miró y se carcajeo.
—  Yo, paso de esas responsabilidades, me gusta mi libertad.
—  Por lo visto, tengo a un playboy con faldas frente a mi.
Jisso no aguantó las carcajadas que contagiaron a Salvatore.
— ¿Acaso solo ustedes los hombres tienen ese derecho de llevar ese título? Yo vivo entre el amor y la pasión.
Salvatore hizo un gesto de negación, mientras cerraba su portátil y tomaba la gabardina y se la ponía.
—  No quiero estar en los zapatos de esos dos tipos, los compadezco.
Las carcajadas de Jisso eran muy sonoras.
—  Mi hermanito, tú no eres mi tipo.
Salieron de la oficina, se despidieron y Salvatore salió del edificio para ir a la más exclusiva joyería.
—  Te daré tu boda de ensueños mi sirena.

La Víctima Del CEO.( Libro # 4 De La Saga, Cielos Eternos.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora