Capítulo 25

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DAREK

Después de salir corriendo de mi casa de la mano de Calynn, he intentado hablar con ella como diez veces. Pero, no sé qué me pasa, que las cuerdas vocales no funcionan cuando ella está a mi alrededor. No después de la discusión que tuve con Claire en el pasillo del instituto, declarándome por su amiga.

Un puto cobarde es lo que soy.

Estamos de nuevo en mi coche, sumidos en un silencio incomodísimo para ambos. Lo único que escuchamos es el ruido del motor y lo único que observamos es Salem en la más absoluta oscuridad. Mirada al frente, nudo en la garganta, cuerpo tenso. Creo que en eso coincidimos Calynn y yo ahora mismo.

Sin embargo, ella empieza a revolverse en el asiento, como si le molestara algo. La miro de reojo mientras conduzco y veo su rostro hacer una mueca como de fastidio. Enseguida, me saltan las alertas. ¿Será la herida de su mano que le está doliendo? Estoy seguro que no le agarre de esa mano al salir, pero no sé...

- ¿Estás bien? - Me oigo preguntar por sorprendente que sea escuchar mi voz hasta para mí mismo.

He estado toda la cena callado, hasta que mis padres han empezado a mortificar a Calynn, y por tanto, a tocarme los cojones. Odio que sean así. Odio que la odien sin ninguna justificación "válida".

- Sí. - Miente, aún con el ceño fruncido.

- No me lo creo. ¿Te duele la mano?

Ella gira rápidamente el rostro para observarme y me fulmina con la mirada.

- No. No me duele.

- ¿Y qué... qué es? - Pregunto despacio y con cuidado, tanteando el terreno. Sé que está enfadada conmigo y con mis padres, pero tengo la sensación que su molestia no viene por esa parte. Al parecer tampoco de su mano, ¿entonces de qué?

Ella vuelve a fijar la vista al frente y automáticamente termina con nuestra conversación. Yo me remuevo tenso en el asiento y apoyo una mano en el reposabrazos. Está claro que Calynn no quiere saber nada de mí y fui muy estúpido al pensar que si la besaba, volvería a hablarme. Que si lo hacía, se daba cuenta de que la quería a mi lado. Sin embargo, no funcionó cómo yo esperaba.

Entrando en la urbanización de Claire, Calynn vuelve a removerse inquieta. Incluso, abre un poco la ventana del coche. Imagino que para coger aire y no por tener calor precisamente, porque hasta el ambiente congela los huesos a causa de nuestras frías actitudes.

Vuelvo a mirarla, esta vez sin escrúpulos. Tiene la cabeza apoyada en su mano derecha y la otra se mueve dando pequeños golpecitos en su muslo desnudo. Vuelvo a analizar su rostro y está más blanco de lo normal. Parecido al que vi esta semana con el accidente de la mano.

- Calynn, estás pálida. - Digo alarmado.

Antes de que ella pueda reaccionar, llegamos a la casa y paro el coche. Me desabrocho el cinturón e inmediatamente giro mi torso para estar frente a frente con Calynn, salvo que está ahora me está dando totalmente la espalda. Tiene la mirada clavada en la ventana, mirando la fachada de la casa, creo.

Hasta que algo en ella cambia, su espalda se irgue y su mano va directamente al manillar. Cuando creo que va a abrir la puerta y huir de mí, me doy cuenta de por qué está temblando. Ella mira fijamente la puerta principal de la casa, la cual está abierta de par en par. Por dentro está todo oscuro, indicio de que no hay nadie. Aunque, no debería de ser así. Para nada.

En cambio, antes acoplar está información en mi diminuto cerebro, Calynn abre la puerta y echa a correr hasta la casa. Yo al segundo me pongo manos a la obra y también empiezo a correr, un poco más rápido que ella.

Los Cuatro Portentos de SalemDonde viven las historias. Descúbrelo ahora