VI

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Despertar fue como sentir que cien caballos pasaron encima de él.

Al abrir un ojo, los pocos rayos de sol irrumpieron en Yoongi como un farol nocturno, radiantes, pero molestos. Por más que dio la vuelta, la luz se encargó de no dejarle dormir y le recordó el esfuerzo del día anterior. La hinchazón de sus manos había desaparecido, pero en su lugar, sus palmas habían endurecido, al igual que sus codos. Giró sobre sus brazos y, en lugar de bostezar, soltó un quejido ronco, agotado y ciertamente doloroso. Tragó saliva con tal de no exponerse de esa manera, pero cuando quiso levantarse y sus muslos se negaron a cooperar, le fue imposible. Apretó sus dientes y gruñó con molestia. Apenas fue capaz de sentarse en su débil e inútil cama, hundida por su propio peso, que no le había ayudado en nada al dormir.

Bufó con pesadez y en su afán de recuperar el tacto empezó a frotarse las manos. La piel se había tornado seca, casi rasposa, como una herida que sanó mal, incluso algo brillosa. Pero no sirvió de nada. Pasó sus dedos por su cabello y notó que aún no se había secado del todo. La raíz de sus rubios mechones seguía húmeda. Si había dormido así, no amanecer agripado fue un milagro, pero no quitaba el hecho de que sufría por su cuerpo. Estiró todo lo que pudo, o lo que no le dolía, que solo eran sus pies, que habían conservado la gélida sensación del baño de anoche. Los movió en círculos, luego de lado a lado, hasta que al presionarlos contra el suelo para ponerse de pie no fuese un martirio. Con sus primeros pasos, cayó en cuenta de que era el único en el almacén, ni siquiera el viejo Poe estaba ahí. Estaba solo. O al menos eso pensó.

— Caminas como si tuvieses una pata de palo.

Yoongi no lo había notado, pero Seokjin lo observaba desde el umbral de la puerta con brazos cruzados. El rubio volteó ante la repentina voz y trató de enderezarse lo más rápido posible, pero solo hizo que el pirata se riera de él.

— Estoy en perfecto estado.

— Por supuesto —esa risa se tiñó de ironía, claramente sin creerle una sola palabra al isleño—, ¿sabes qué hora es? Has estado durmiendo toda la mañana y ni siquiera el tambor de Ivar te ha despertado. Y según tú, estás en perfecto estado.

— El día de ayer me quedé hasta altas horas de la noche limpiando y restregando la cubierta cuando ya todos dormían. El cuerpo me duele en lugares que ni siquiera sabía que existían y mis manos raspan. Así que discúlpeme si me he quedado dormido por lo cansado que estaba.

El capitán lo miró sin cambiar su expresión. Ensanchó su sonrisa ya sin mostrar sus dientes y soltó sus brazos solo para apuntar a Yoongi mientras acortaba la distancia a cortos pasos, amenazándolo con el dedo.

— Tú tardaste.

— Usted me agregó trabajo.

— Tú te ofreciste a trabajar.

El joven Min estuvo apunto de responder a esos infantiles ataques de contestación rápida, pero notó que el índice que lo señalaba tenía una forma extraña, como si estuviese torcido en cada nudillo. Y no solo ese, sino el resto de los dedos de Seokjin. Este, al notar qué miraba Yoongi con tanta curiosidad, retrocedió y escondió sus manos en sus bolsillos. Hubo un instante donde al joven Min le pareció ver titubear al capitán, temer ser visto, arrepentido de haber mostrado eso, pero fue demasiado fugaz. El pirata recuperó esa postura altanera, superior al otro, para darle la espalda y caminar fuera del almacén.

— Los demás están comiendo. Cuando terminen, empiezas a limpiar.

Repentinamente, con la cuarta palabra, su estómago despertó revolviendo sus entrañas en un sonido ahogado de gorgoteo. El hambre que sintió fue horroroso, de golpe, que lo llevó a salir detrás del pirata casi de prisa.

The Story of Tonight ─ JinSu (pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora