IX

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Con cada paso que daba adentrándose en esa jungla infinita, Yoongi se llenaba los ojos con absolutamente todo. Las flores tenían infinidad de tamaños y colores, con hojas puntiagudas, redondas y ovaladas. Los pétalos tenían pecas y un polvo amarillo cuyo aroma le hizo estornudar más de una vez. Porque sí, se detenía por varios segundos a admirar la armonía de la flora del lugar. No había estado jamás entre tantas plantas y árboles, salvo los pequeños y aburridos jardines de la isla, escenarios de no tan gratos recuerdos. No se podía comparar al paraíso en el que se encontraba. Si miraba hacia atrás, no sabría cómo regresar al Rivière. Y si miraba hacia adelante, no sabría cuándo los árboles se terminarían, pero, dentro de esa incertidumbre, seguía existiendo belleza. Deseó que sus ojos fueran más grandes para poder captar cada detalle de esa espesa selva, que sus pulmones se extendieran más para respirar ese aire puro y que su boca dejase de actuar por sí sola y se cerrase para no hacerlo ver como un tonto. ¿Pero quién podría resistirse a admirar la naturaleza de esa manera? Nada era igual a lo otro. Las flores se diferenciaban entre sí, cada una con su belleza única. Y el olor, dios, el olor era increíblemente sublime. Las blancas se asimilaban a un hervor de manzanilla, las rojas al ácido de la naranja y las amarillas a gotas de anís. Un toque suave que complementaba tal hipnotizante apariencia. Quizás si tomaba alguna...

El menor se apartó de su apreciación. Aquello no se sentía correcto, como si fuese a estropear la magnificencia de la naturaleza, pero la tentación le hizo cosquillas en los dedos. Los extendió hasta rozar las hojas de una de las flores amarillas y rodeó el tallo con sus yemas.

─ Son bonitas, ¿verdad?

Un sobresalto lo dejó en evidencia y es que el viejo Poe lo llamó. Al girarse, esa sonrisa de canas sucias y labios secos lo recibió con tal sarcasmo disfrazado de inocencia que Yoongi no supo si devolverle la sonrisa o aceptarlo como una reprimenda. El mayor se acercó y el menor retrocedió. Los dedos arrugados del primero tomaron el lugar de los del segundo arreglando algunos pétalos. Se sintió como si estuviese reparando el desorden de un niño luego de una tarde de juegos.

─ ¿Te gustan las flores?

─ No había visto nada igual ─la suavidad de su contestación se confundió con nada, tal vez aún por timidez, pero pronto se reivindicó─. Jamás había visto algo igual, pero creo que eso me hace sonar como un ignorante.

─ Tienes la misma mirada que todos tuvimos la primera vez al llegar a Vanhang ─una muy ligera sonrisa se escapó entre los labios del mayor, a lo que el rubio no supo cómo interpretar─, así que no estás solo en esto.

El nombre le supo extraño comparado a los que había oído antes en el barco. Sonaba casi foráneo, pero si se trataba del lugar en el que estaba, todo eso se convertía en mágico. Un lugar así merecía un nombre igual de extraño. Sin duda era impresión.

─ ¿Ya han estado aquí antes?

─ Más de las que podría contar ─así, lo invitó a seguir caminando, haciendo que, inevitablemente, el joven Min copiara su postura cerrada, con las manos detrás de la espalda─. En ese entonces éramos más, pero la isla no ha cambiado nada ─los ojos del viejo se pasearon por la espesura de la naturaleza, como si recordara, como si visualizara escenarios del pasado en vivo y en directo─. O parece que no.

─ ¿Cómo fue la primera vez que vino a este lugar?

Yoongi no estaba seguro de haber hecho la pregunta correcta, pero a ese punto, solo quería seguir alimentando su curiosidad. Sin embargo, la expresión de su contrario no cambió. No le dirigió la mirada, que estaba vagando por los verdes alrededores. Estando apartados del resto, no le era necesario al mayor bajar la voz, pero sí concurrió a la cercanía con el menor, al menos hombro a hombro, sin soltar sus manos ni buscar más contacto.

The Story of Tonight ─ JinSu (pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora