En el vertiginoso mundo de la Fórmula 1, donde las rivalidades son intensas y las emociones corren a toda velocidad, Max Verstappen, el apasionado piloto de Red Bull Racing, se enfrenta a su desafío más inesperado. Después de una dolorosa ruptura co...
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Capítulo 4
Mis manos reposaban en mis muslos mientras observaba las casas que pasaban. El coche estaba cálido en comparación con el frío clima exterior. La nieve caía, como de costumbre en estos días. En dos días cumpliría 17 años, pero eso parecía insignificante en este momento, mientras mi abuela hablaba con un tono de desdén.
—Podrías encontrar un buen partido hoy, Olivia. ¿Me estás escuchando? —El tono molesto me hizo girarme hacia ella.
—Sí, abuela, estoy escuchando —respondí en voz baja.
—Es importante que lo hagas, no quiero que te conviertas en una carga en el futuro, como lo fue tu madre —su comentario me molestó profundamente.
—Entendido, abuela —murmuré, aunque mi molestia crecía. Opté por no ser grosera, sabía que no me llevaría a ningún lado.
—Te pareces mucho a ella. Sería una lástima que, después de todo lo que he invertido en ti, terminaras igual que ella en todos los aspectos —su voz elegante solo aumentó mi molestia.
—¿Por qué dices eso? —pregunté, incapaz de contenerme. Mi abuela me miró con un dejo de sorpresa en sus ojos—. Mi madre no era mala, al menos según lo que sé. Escogió el amor sobre el dinero, es cierto, pero deja de decir esas cosas. Sé que no estás satisfecha conmigo, a pesar de que soy perfecta, pero deja de comparar a mamá conmigo y de menospreciarla. De menospreciarme a mí. Eso la alejó de ti, esa es la razón por la que se fue.
—No sabes nada, Olivia, absolutamente nada sobre tu madre o nuestra relación, así que cállate —respondió ella con más dureza.
—Encontré su diario. Describía cómo eras con ella. Eres aún más dura conmigo, pero, a pesar de eso, nunca aceptaste a papá y la chantajeaste para que aceptara algo que ella no quería —mi voz temblaba con frustración.
El rostro de mi abuela se crispó.
—Cállate, Olivia. No sabes nada —insistió con más fuerza—. Tu padre era un inútil que no la convenía. Ella estaba comprometida con un buen partido, pero entonces apareciste en su vientre y ella decidió no casarse —desvió la mirada de mí—. Estaba decepcionada, huyó hasta que naciste, y murió después de que TU padre la sumiera en las drogas y ella muriera ahogada en su propio vómito —sus palabras me golpearon como un puñetazo.
No podía ser cierto lo que decía.
—Cuando me enteré de la noticia de su muerte, tu padre se había suicidado y te encontraron dos días después. Llegaste a mí, y supe que no podía cometer el mismo error que cometí con tu madre —me miró con dureza—. No tienes derecho a recriminarme nada, porque no sabes nada, Olivia.
—¡Cállate, estás mintiendo! —grité, pero mi abuela negó con la cabeza. Antes de poder decir más, el coche se sacudió bruscamente, se oyeron gritos y luego todo se sumió en la oscuridad...
