En el vertiginoso mundo de la Fórmula 1, donde las rivalidades son intensas y las emociones corren a toda velocidad, Max Verstappen, el apasionado piloto de Red Bull Racing, se enfrenta a su desafío más inesperado. Después de una dolorosa ruptura co...
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Capitulo 12
Bea pov
El aire fresco de Gran Bretaña me acaricia el rostro mientras salgo del avión. Es un cambio bienvenido después del cálido clima de Austria. Max y yo hemos llegado aquí para la siguiente carrera de la temporada. Es extraño, de alguna manera nostálgico, volver a este lugar que una vez llamé hogar durante tanto tiempo. Aunque ya han pasado años desde que viví aquí, los recuerdos de mis días en Londres resurgen con fuerza.
Mientras salimos del avión y nos dirigimos hacia la terminal, mi mente se llena de imágenes del bullicio de la ciudad, los parques verdes, y las calles empedradas por las que solía pasear. Cada rincón de esta ciudad me trae recuerdos vívidos de mi tiempo aquí.
Max parece concentrado en su teléfono, probablemente revisando los detalles del fin de semana de carrera.
Después de salir del aeropuerto, nos encontramos rodeados de fans emocionados que esperan ansiosamente para ver a Max. La energía de la multitud es contagiosa, y aunque estoy acostumbrada a la atención de los seguidores, siempre es un recordatorio de la influencia que tiene en las personas.
Max se detiene amablemente para saludar a algunos de los fans, firmando autógrafos y tomándose fotos con ellos. Me quedo a su lado, sonriendo y agradeciendo a los fans por su apoyo, mientras caminamos hacia nuestro transporte.
El trayecto hacia el hotel evoca una mezcla de emociones en mí, una especie de nostalgia sutil que se entrelaza con la excitación del momento. A veces, solo a veces, echo de menos lo que solía ser mi hogar. Aunque no sea la elección adecuada para mí, los recuerdos de esa ciudad aún resuenan en mi corazón. A veces desearía poder volver, simplemente para pasear por las calles familiares y sumergirme en la atmósfera que solía llamar hogar. Quizás incluso me gustaría visitar la casa y revivir algunos momentos, tal vez recoger algunas cosas perdidas en el tiempo.
—¿Estás bien? —la voz de Max me saca de mis cavilaciones.
Asiento con un gesto suave.
—¿Y tú? —no necesito terminar la pregunta, sabe a qué me refiero.
Max responde con un asentimiento comprensivo.
—Viviste en Londres, ¿verdad? —pregunta con curiosidad.
—Sí, me marché hace unos años a Mónaco. Era más cálido y menos solitario, supongo.
