Capítulo II: N.ostálgica

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Wednesday Addams estaba dedicando su habitual hora de escritura a su reciente novela, proveniente de una extensa saga, que inició en sus años de estudiante de preparatoria. Había intentado un par de veces enviarlas a diversas editoriales, sin embargo, ninguna pretendió publicarla. Las razones nunca fueron explicitas, a excepción de la última; le explicaban que el personaje principal era demasiado perfecto, que no tenía mayores conflictos y no se apreciaba ninguna evolución o involución a lo largo de la narración. Wednesday estuvo en desacuerdo, pero muy en el fondo sabía que ese editor estaba en lo correcto, aun así, no hizo nunca corrección en el relato y lo dejó guardado. Su única ambición como escritora había sido superar a Mary Shelley, un hito que nunca consiguió.

Le dio una última mirada al párrafo que acaba de escribir y giró la perilla de alimentación del papel de su máquina de escribir, dejando la página en el montón de hojas en su caja rectangular de madera, la cual tenía grabadas sus iniciales WFA. Estirando sus brazos hacia arriba, sintió el resonar de sus huesos de la columna, por mantener tanto tiempo la misma posición en la silla. Observando la hora en su reloj, se levantó para buscar algún refrigerio a esas horas de la noche.

Salió de la habitación que había implementado como una sala de estudios, para caminar hasta la cocina. Abrió el refrigerador y agarró una botella de agua y la bebió con gusto. Las altas temperaturas aún se podían sentir cerca de la medianoche, aunque eran inusuales para la ciudad de Hamburgo. Abrió una de las puertas de la despensa y encontró lo que se le había antojado, su caja de avena. Dejó caer algunos en un recipiente transparente, le gustaba ese sonido. Volvió a agarrar su botella de agua y fue hasta su sofá. Detrás tenía un ventanal, que reemplazaba toda la pared. Vio que todavía había personas paseando cerca del muelle y algunos veleros tenían sus luces encendidas.

Alargó su mano hasta la cajetilla de cigarros que tenía en una pequeña de mesa de madera en el centro de la sala, cerca del sofá. El hábito de fumar lo había adquirido en su primer año de universidad, no fue por imitación, ni mucho menos por el estrés de las clases, sino que fue una forma de acompañar sus noches en velas mientras escribía, porque a veces no notaba el paso de la noche convirtiéndose en un nuevo día, solo se daba cuenta cuando veía los rastros de cigarrillos en su cenicero. Era la única compañía cuando sus ánimos no la dejaban apartarse de su preciada máquina de escribir. Las otras ocasiones en las que fumaba era en los días de invierno mientras hacía su camino de la universidad a su departamento.

Siguió observando por unos momentos más, hasta que vio la hora en la pantalla de su teléfono. Volvió a dejar la pantalla en negro y deshizo su postura de piernas cruzadas para levantarse y dejar la botella y el bol en el fregadero de la cocina para ir hasta su dormitorio y obtener algunas horas de descanso, pues solo le quedaban un par de días para retornar a su país, Estados Unidos. La mayoría de sus maletas estaban empacadas, solo tenía que vaciar la despensa y revisar una vez más que todos sus objetos personales que la acompañaron por estos 3 años, la seguirían hacia su nuevo destino. Acomodándose en su postura favorita para dormir, Wednesday se entregó a los brazos de Morfeo, esperando que los terribles sueños la acompañaran una vez más esta noche.

Su rutina de la mañana era casi siempre la misma, su desayuno constaba solo por una taza de café, lo suficiente para mantenerla alerta hasta la hora de almuerzo. En esta última semana de clases se abstuvo de ir, solo tenía que presentarse el día viernes para que le entregaran la documentación necesaria para realizar el intercambio, algo inusual, pues la mayoría de los estudiantes la realizan mientras aún le quedan años de estudios en su universidad, sin embargo, Wednesday no era como la mayoría, pues antes de venir a estudiar al viejo continente, sus padres le habían impuesto como condición que se graduará en la Universidad de Nueva York. Sin aceptarlo en una primera instancia, Gómez y Morticia siguieron insistiendo hasta que finalmente su hija aceptó y comenzó su periplo en Alemania.

Howdy, Roomie!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora