『4』Los Nagai

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Había una tensión palpable en la sala mientras el carismático hechicero se encontraba frente al grupo de personas. Estaban en una lujosa sala de reuniones, con la majestuosa vista de un jardín repleto de flores siendo iluminado por los rayos del sol afuera. Los hombres (en su mayoría ancianos) con atuendos tradicionales observaban atentamente a Gojo mientras Yua permanecía en un rincón, nerviosa por lo que estaba a punto de revelarse.

Satoru comenzó a hablar, su voz llena de autoridad y carisma— Sé que han estado lidiando con problemas dentro de su clan, pero creo que puedo ayudarlos —Guardó silencio un par de segundos, todos lucían expectantes— Tengo información sobre una hechicera que tiene un vínculo con ustedes.

La sorpresa se extendió por la sala mientras los miembros del clan intercambiaban miradas confundidas y se oían algunos murmullos. En un sitio del salón, Suzume Nagai se tensó al oír aquello, sus facciones se endurecieron y su ceño fruncido no pasaba desapercibido para nadie, preocupada por lo que vendría a continuación.

El peliblanco continuó hablando, una  sonrisa en su rostro contrastaba con el ambiente que se formaba— Su nombre es Hoshi Nagai. No solo es una hechicera con potencial, sino que también tiene una historia que contar... Creo que eso podría interesarles.

— ¿Por qué podría interesarnos, señor Gojo, cuando ella no ha sido capaz de presentarse frente a su propia sangre? —Cuestionó el actual líder, llamado Shuji, era un hombre con una larga barba blanca, pero su rostro con muchos signos de avanzada edad también demostraba una amabilidad enorme, su vista se posó en Yua— Lamento que haya tenido que presentarse aquí junto a su pareja en vano; sin embargo, no veo razón para aceptar a alguien ausente.

La rubia no pudo evitar ruborizarse y agitar la cabeza en modo de negación, tapándose el rostro con vergüenza— N-No somos pareja —«Ay, qué embarazoso, ojalá fuéramos una pareja», pensó.

— ¿Hm? No. Ella es quien me brindó la información —Se encogió de hombros y mostró la carpeta, dejándola frente al señor Shuji. Este último tomó los documentos y les dió un vistazo, con las miradas de los del alto mando del clan encima de él— Sé que les debe interesar porque tengo claro lo difícil que es para los Nagai conseguir que nazcan hechiceros fuertes. ¿Verdad? Ahora, creo que deberían considerarlo como una gran oportunidad, tienen al hechicero más fuerte dándoles una recomendación justo frente a ustedes.

Los superiores del clan escucharon con atención, en los papeles salían las entrevistas realizadas a los aldeanos que eran testigos de los tratos que recibía Hoshi desde el momento en que descubrieron su capacidad de utilizar energía maldita, algunos pertenecían a personas que trabajaron de sirvientes en la casa del matrimonio.

Shuji tenía un sabor amargo ante el desastroso accionar de los adultos. Consiguieron ensuciar aún más el apellido.

— Estoy seguro que sería capaz de brindarles protección, además... ¿No sería útil para mantener el linaje que tanto necesitan? —Enarcó una ceja. Si los libros eran ciertos, el clan aceptaría sin dudar al oír eso último.

Se decía que los Nagai eran realmente oportunistas debido a las condiciones en las que surgió el grupo, siendo puestos como unos arribistas de la hechicería en muchos de los textos.

Suzume, quien había permanecido en silencio hasta ese momento, finalmente no pudo contener su enojo— ¡Eso es absurdo! ¿Cómo puedes decir que esta extraña es parte de nuestro clan? ¡No es más que una asesina!

Con una mirada relajada y seria, Satoru se volvió hacia Suzume, hablando en un tono firme.

— Sé que es difícil de entender, pero la historia es más complicada de lo que parece. Lo que tú llamas asesinato es considerado defensa propia —No necesitaba mostrarse enfadado, pero aquella joven había logrado tocar un punto más sensible, más aún viniendo de alguien inferior— No puedes esperar que alguien se quede de brazos cruzados mientras intentan quemarla viva como si se tratase de un monstruo. ¿Has pasado por eso?

Flores de cerezo en tus mejillas || Gojo SatoruDonde viven las historias. Descúbrelo ahora