MINERVA
Daemon, nuestro gran líder, el alfa, da comienzo a la ceremonia.
Entre todas las cabezas, puedo distinguir a las dos que más me importan en estos momentos, allí están mis padres.
Suponía que ver sus caras me haría sentirme mejor, pero es justamente todo lo contrario. El gesto serio de mi padre, y la cara de preocupación de mi madre, hace que esté más nerviosa aún.
Y desde luego que ver un poco más atrás a Darla, con su sonrisa perversa, no mejora las cosas y esto hace fallar mis fuerzas, recordándome cosas ya pasadas que ahora mismo no deben importarme, pero así soy yo. Un desastre.
Flashback
Apenas llevo un mes en este nuevo instituto, y por alguna razón que no llego a entender, el grupito de Keinar, el de los populares, Darla y sus amigas la han tomado conmigo. Soy la "zanahoria", la "bicho raro", qué originales son ¿verdad? Siempre se meten con mi color de pelo, es verdad que soy la única pelirroja y si le sumamos mi heterocromía, pues aún me hace más especial. Pero para ellos es motivo suficiente para ridiculizarme todos los días, y por supuesto hoy no va a ser diferente.
Es la hora del descanso, hace buen tiempo, con lo cual decido coger mi comida en la cafetería y salir al patio. Es donde más tranquila me encuentro, fuera de las miradas de los demás, fuera de los insultos y las mofas, pero sobre todo, lejos del grupo de los populares.
Aprovecho este momento de tranquilidad para poder leer un rato, hasta que llega mi pesadilla.
Levanto la vista del libro y en un rápido escaneo veo a Keinar y sus amigos llegar a la cancha de baloncesto para practicar un rato y a Darla junto a sus secuaces acercarse a mí con paso firme y una sonrisa malvada que me hace intuir que algo malo me va a pasar.
— ¡Chica rarita! Así que es aquí donde te has escondido de nosotras...
Dice la rubia alzando la voz para que todo el mundo la pueda escuchar.
— No me escondo de ti, solo trato estar en paz —
Cierro mi libro con hastío, quiero huir lejos de esta arpía, no quiero tener nada que ver con ella, pero debo de ser como un imán para ella.
— ¿Quién ha dicho que te merezcas estar en paz?
Dice inclinando su cara ligeramente mientras se acerca más a mí, mostrando una sonrisa perversa en señal de que algo malo va a suceder.
— No sabía yo que tuviera que pedir permiso a nadie.
Estoy cansada de ella, de su reinado y de sus secuaces, quiero vivir tranquila, pero desde luego que no pienso dejar que me pase por encima, por mucho miedo que le tenga a lo que me puedan hacer.
— Pequeño bicho raro, eres una insolente, tan solo por respirar, ya deberías pedir permiso.
Empieza a alzar la voz, haciendo que todos dejen sus quehaceres y se fijen en ella.
Los chicos dejan de jugar, Keinar se acerca sigilosamente, sin que Darla se dé cuenta, hasta estar a escasos dos metros detrás de ella.
Su cara es un poema, tiene los brazos cruzados sobre su pecho, el cual sube y baja rápidamente. La vena en su cuello comienza a hincharse, señal de que no le está haciendo gracia la escena que está montando la rubia. Su ceño está tan fruncido que sus cejas podrían chocar entre sí. Como siga asó, estoy segura de que voy a poder ver como le sale humo por las orejas.
— Darla, déjame en paz, si tienes algún problema conmigo, solo dímelo, pero por favor, deja ya de molestarme, eres peor que un grano en el culo.
Keinar sonríe levemente, es una sonrisa rápida, tan fugaz que hasta llego a pensar que solo me lo he imaginado.
— Maldita rata... Tendré que enseñarte modales, no puedo permitir que me hables así, no a tu futura Luna.
La rubia está tan enfadada que podría salir humo por sus orejas.
— ¿Quién ha dicho que tú vayas a ser la Luna?
Darla se sobresalta al escuchar esa voz masculina detrás de ella. Se gira y fija su mirada en la de él.
— ¿Acaso ser tu novia no es motivo suficiente?
Pone voz de niña buena, de esas que nunca han roto un plato. La diferencia es que ella ha roto la vajilla entera en varias ocasiones.
— Que te hayas autoproclamado como mi novia, no quiere decir que realmente lo seas. No te hagas ideas que no son Darla, algún día encontraré a mi mate, tenlo muy presente.
La rubia aprieta fuerte los puños, tiene tanta rabia encima que temo que pueda llegar a explotar.
— No te lo voy a decir más veces Darla, deja a la rarita en paz. A partir de ahora solo yo tengo derecho a molestarla, como alguien tenga la genial idea de hacerle algo, que se atenga a las consecuencias.
Así, sin más, se marcha, dejándonos a la rubia y a mí con la palabra en la boca. Ella más cabreada que una mona por lo mal que ha quedado, es lo que tiene ser una buscona.
Yo estoy que no me lo creo. ¿Eso ha sido un intento de defenderme?
— ¿Has visto lo que has conseguido? Estúpida zanahoria...
En ese momento noto como derraman algo frío y húmedo sobre mi cabeza. Por el olor y el color intuyo que es batido de frutos rojos.
— ¿Acaso no te ha quedado claro lo que te acaban de decir? Sigue así y tus días aquí estarán contados.
Por algún motivo extraño, Greg sujeta fuertemente a Darla de sus muñecas, separándola
bruscamente de mí, ¿será que al ser el mejor amigo del futuro alfa, se siente obligado a hacerlo?
Acto seguido salgo corriendo hacia los vestuarios mientras que de fondo oigo las risas de los allí presentes. La odio, tanto que si tuviera suficiente valor, haría que pagara por todas las cosas que me hace pasar a diario.
Fin del flashback
Empieza la ceremonia, Damián y Dasha, de los Shadowmoon, son los primeros. La diosa les concede el poder del agua y de la tierra. Ambos hacen una pequeña demostración de sus nuevos poderes.
Llega mi turno. Me acerco al centro del patio, y coloco mis manos sobre la piedra lunar, tal y como han hecho antes los otros dos chicos.
— ¿Preparada jovencita? — asiento con la cabeza — Bien, empecemos — el gran alfa me dedica una leve sonrisa.
— Oh gran Luna, nuevamente te pedimos que nos honres una vez más, otorgando tu fuerza y tus poderes a esta joven sanadora, para que así pueda unirse y aportar su sabiduría a nuestra gran causa. LA UNIÓN HACE LA FUERZA —
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DESTINY
WerewolfMinerva ha crecido con la idea de ser una gran sanadora, pero la diosa Luna tiene otros planes para ella. El destino de las cuatro facciones está en sus manos, por suerte no va a estar sola. Su alma gemela, su mate Keinar, será capaz de seguirla al...