El Mensaje

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"Como llama divina es el fuego ardiente del amor. Ni las muchas aguas pueden apagarlo, ni los ríos pueden extinguirlo"

Cantares 8:6b-7a

Crowley había tenido muchos malos días incluso desde antes de vivir en la tierra como demonio.

Un ejemplo era aquella vez que fue expulsado del cielo por hacer unas cuantas preguntas.

O aquella noche en Edimburgo, cuando por beber un poco de láudano y hacer una buena acción, en lugar de una tentación fue llevado de nuevo al infierno.

También estaba en su lista el día en que el líder del infierno casi los aniquila cuando su hijo no quiso llevar a cabo el Armagedón.

O el más reciente, cuando decidió que besar a Aziraphale era buena idea, ganándose un "Te perdono" antes de que su querido y estúpido ángel decidiera irse con el idiota de Metatrón al jodido cielo, provocando que en el corazón de Crowley nacieran los enfermos e insanos deseos de incendiar el cielo hasta los cimientos, porque vaya que esos ineptos ángeles se merecían la aniquilación, por soberbios, por creerse superiores a todos los demás, cuando su sistema estaba igual de podrido que el infierno.

—¿Crowley? ¿Me estás escuchando?

Sí, seguramente Crowley había tenido más días malos, pero solo los memorables merecían estar en su lista de recuerdos.

—Por supuesto que te estoy escuchando, jamás me perdería uno de tus informes, Shax.

Pero así como tenía días tormentosos, también existían tiempos buenos, como aquella vez que él y Aziraphale contemplaron la creación del universo, o cuando ambos se encontraron a las puertas del Edén, observando con atención y genuina curiosidad como sería la vida de los humanos en el exterior, Crowley también podía incluir el momento en que decidieron comenzar a trabajar juntos para ahorrarse algo de trabajo. Al demonio también le causaba cierta calidez en su corazón "humano" el recordar cómo después del Armagedón fueron a descansar a una pequeña cabaña durante algunos meses antes de regresar a la amada librería del ángel, quizá también podía agregar en su lista de días buenos cuando él y Aziraphale bailaron...

Casi todos sus días felices tenían como factor determinante a Aziraphale, a excepción de una mañana, cuando Shax se presentó a la puerta de su recién recuperado departamento, informándole que Lucifer lo había mandado llamar para ofrecerle el puesto que Belcebú había dejado libre después de escapar con Gabriel.

—Ser el duque del infierno tiene ciertas responsabilidades Crowley, eso si lo sabes ¿Verdad?

—Claro, ventajas, responsabilidades, desventajas, ajá.

Crowley aún no determinaba si debía de odiar a Belcebú y a Gabriel por robarle lo que por derecho le pertencía, aquella fuga, aquel amor, esa libertad , eran de él y Aziraphale, ellos tendrían que estar viviendo de esa manera, ellos se merecían esa felicidad después de toda una eternidad juntos obedeciendo a deseos que no eran suyos.

—Llevas solo algunos meses con tu nuevo título y no haz logrado tentar a una sola alma— Shax arrugó la nariz, intentando no ser irrespetuosa con quien se supone era su superior— pero tranquilo, ya me estoy encargando de eso.

Si lo pensaba bien, a Crowley no le causaba ninguna satisfacción el haber regresado al infierno, pero al menos en algunas ocasiones lo mantenía entretenido.

Aunque a últimos días, nada parecía ser suficiente para lograr distraer a su mente del nombre de Aziraphale.

—Bueno, si ya estás haciendo todo el trabajo, entonces yo me retiro, tengo muchas cosas importantes que hacer.

Sagrado Matrimonio | Ineffable husbandsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora