Círculo Vicioso

14. Nos vemos cuando salgas

Hoy es jueves por la noche, está oscuro, y estoy en mi cuarto, acostada en la cama estudiando literatura, mañana tengo examen y no he estudiado mucho que digamos, ya que alguien me ha estado distrayendo...

Y ese alguien se llama Austin Mahone.

Con Austin hemos salido algunas veces y me encanta como se comporta cuando está conmigo, siento que es él mismo. Lo adoro y puedo admitir que estoy totalmente loca por ese chico. Aunque siempre tiene algún motivo para sacarme de quicio, lo adoro. Amo cada una de sus facetas, e incluso cuando se encierra en su propio mundo y excluye todo lo demás, aunque fume cuando le pido que no lo haga, lo amo

—¿Quieres comer galletas con chips de chocolate? —me pregunta mi mamá entrando a mi habitación—. Me las regalaron en el trabajo y quiero compartir.

—No gracias, má. De seguro Alex quiere, tú sabes como es de glotón —niego con la cabeza y trato de concentrarme al máximo en mi libro.

—Alex salió con sus amigos —se sienta a mi lado y me acaricia el cabello con sus manos—. ¿Te pasa algo, cariño?

—¿Por qué lo dices? —me muerdo el labio y trato de memorizar la última fase del texto.

—Te noto distinta. ¿Conociste algún chico que te tenga por las nubes, acaso? Si es así, quiero saber detalles —se muestra muy interesada y yo me hecho a reír.

Recuerdo la época donde mi mamá era mi única amiga, mi confidente. Gracias al cielo que esa época ya terminó, no podría contarle que estoy saliendo con Austin.

—No pasa nada —suelto otra carcajada—. Estoy igual que siempre.

—Bien. Te creo. Pero si tienes novio quiero que me digas todo, Christel.

—Ya.

—Hablo en serio ¿sí? Para llevarte a un ginecólogo.

—¿¡Qué!? —me quedo anonadada y la miro fijamente.

—Sí, a un ginecólogo. Siempre hemos hablado de esto: si hay novio hay sexo. Y yo no quiero ser abuela todavía.

—¡Mamá! 

—Es verdad. Por algo siempre le estoy inculcando a Alex que tenga condones a mano sobre todo por las enfermedades de transmisión sexual, pero a tí... quiero que a tí te receten pastillas o te pongan una inyección, sé que no te acostarías con cualquier tipo como para no saber que tiene alguna enfermedad.

—¿Podemos dejar el tema? No quiero hablar de esto ahora.

—Está bien. Pero quiero que me digas cuando...

—Sí sí, te lo diré —pongo los ojos en blanco—. No insistas.

—Bien. Sigue estudiando, te dejo las galletas por si te da hambre —se pone de pie y me besa el cabello antes de salir por la puerta.

Trato de seguir con mi lectura y mis estudios, pero es inútil. Después de esa conversación con mi mamá, mi cabeza está llena de pensamientos que tengo que atender o no dejarán de perseguirme.

Cierro mi libro, mi libreta de apuntes y los dejo en el escritorio, rápidamente me pongo mi pijama y me meto entre las sábanas.

Me quedo pensando durante un rato, mientras me como las galletitas que dejó mi madre.

"Sí hay novio hay sexo", dijo ella. Pues yo no creo que la cosa sea tan así.

Me da morbo pensar en eso. Es ridículo. Pero siento que aún no estoy lista para hacerlo así como así, y eso que hay chicas que lo hicieron mucho antes que yo.