15. Futuro arquitecto

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—Ten —Brandon me pasa un paquete rojo con una cinta negra.

—No quiero un regalo de tu parte —lo miro frunciendo el ceño y sigo con mi camino a la salida.

—Por favor, Chris —me toma del brazo y me gira para que quede pegada a su pecho—. Al menos perdóname.

—¿Por qué te tendría que perdonar, imbécil? ¿Por dejarme abandonada en una fiesta en la cual no conocía a nadie, con tu primo y que casi me drogara? ¿O porque te fuiste con una puta que de verdad usaba el oficio de puta?

—No sé. La cagué eso es obvio. Y no quiero perder tu amistad. Perdoname, por favor.

—Pues métete en la cabeza que si quieres tener amistad tienes que actuar como un amigo, no insinuando estupideces ni dejándome sola.

—Tú me gustas y creí que yo te gustaba, por eso lo hice, lo de insinuarte cosas —se arregla el pelo que le cae por la frente.

—No me gustas. No me gustaste y probablemente no me gustarás en el futuro.

—¿Por qué? —me mira con los ojos de un perrito con hambre—. ¿Tengo algo malo? ¿O crees que soy muy estúpido?

—No sé. No eres mi tipo —por muy mal tipo que él haya sido conmigo, me da pena y no quiero herir sus sentimientos.

—¿A tí te gusta el hijo de puta de Mahone? ¿Verdad?

—No le digas así, tú no lo conoces.

—Lo conozco lo suficiente como para saber que es un engreído puto mujeriego. No te conviene. Alejate de él.

—¿Perdón? 

—Sí. Si está contigo es porque te utiliza, Chris. Te va a hacer sufrir. El tipo está lleno de líos y problemas. Eres muy buena para alguien como él. Te va a romper en pedacitos y te dejará echa polvo. Pero yo voy a estar ahí para tí. Te prometo que nunca más te dejaré sola como en la fiesta de Zach, ni tampoco me iré con ninguna otra muje...

—No sigas. No tienes que decir nada más de Austin. Porque no tienes idea de lo que pasa entre nosotros —levanto una mano para evitar que siga hablando.

—¿Entonces es verdad que están juntos?

—¿Qué? ¡No! —trato de que mi voz suene lo menos sarcastica posible.

—Entonces a él no le molestará que haga esto —le sonríe a alguien a la lejanía y me apega a los casilleros del pasillo.

—¿Qué estás haciendo?

—Te voy a besar, sabes que tus labios me necesitan.

—¡Estás enfermo! —grito y le pego en el pecho para que se aleje de mi metro cuadrado.

Pero a él no parece importarle mis golpes, porque me toma del muslo y enrosca mi pierna derecha en su cadera, me afirma las muñecas con solo una mano y me besa.

Trato de zafarme, pero es inútil, tiene más fuerza. Y es estúpido luchar, porque mientras más le pego más trata de meter su lengua en mi boca.

Es entonces cuando de repente Brandon cae al suelo por un puñetazo.

—¿Qué acaso tú mami no te enseñó que a una dama no se le toca sin su permiso? ¡Ah! ¡Se me olvidaba, tú madre es una zorra que no le importa el permiso! —se gira hacia mí—. ¿Estás bien, Chrisi?

Por raro que sea, mi salvador es hermano sobre protector, Alex.

—Sí —respondo limpiándome los labios y me alejo unos pasos de ellos.

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