Introducción

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Todo indicaba que ese iba a ser un día tranquilo como cualquier otro para cierto rubio cenizo, pero claro, nada suele ocurrir como uno lo espera.

Bakugo Katsuki se encontraba en la oficina de su casa adelantando el borrador para un futuro capítulo de su cómic (que gracias a su editor y amigo de la infancia Izuku, había entrado en el contenido de una popular revista de su ciudad)

A decir verdad, él no le tenía mucha fe a su creación ni tampoco la seguridad de que fueran a publicarla pero ¿Qué diablos iba a perder si no lo intentaba? Ese impulso, además de la constante insistencia de Izuku y su familia, lo llevaron a enviar el primer borrador hace ya 4 años, sin saber que iba a volverse una de esas historias de la cual todo el mundo hablaba y comentaba. Estuvo bastante sorprendido cuando recibió el correo de aceptación y la solicitud de adherencia de su contenido a la revista, además del contrato para sumarlo al staff de ésta misma.

Seguía dibujando las viñetas, enojándose cuando la tableta no realizaba bien la acción que correspondía al trazo (constante recuerdo de que debía conseguirse una nueva) cuando siente la vibración que las garras de Nala producen al rozar el suelo, aproximándose a él.

-¿Ya es hora? Bien, deja intento que esta mierda guarde el borrador y nos vamos- trata de decir esto de la forma más tranquila posible, fallando un poco en el proceso.
A Nala parece no perturbarle la respuesta de su dueño, o eso logra entender Katsuki al ver cómo se recuesta en el piso, atenta a cualquier movimiento del humano junto a él.

Nala era una perrita golden retriever que, además de ser su mascota, cumplía la función de ser sus oídos en el exterior. Tenían una rutina ya formada que el can lograba seguir a la perfección. Había llegado a la vida del rubio cenizo cuando éste tenía apenas 12 años y ella un par de meses, la había criado lo mejor posible para ser la primera mascota que tenía, sus padres consideraron que tenerla iba a ser algo positivo en su vida, quizás era su forma de subirle un poco el ánimo tras los duros sucesos que iniciaron unos años antes.

Katsuki nació con un historial clínico excelente, sin ningún problema aparente, se volvió un niño con una personalidad fuerte, siempre siendo el líder del grupo, con una habilidad para dibujar envidiable, sus padres estaban orgullosos de los logros que su hijo estaba obteniendo a su corta edad, pero todo comenzó a cambiar a la tierna edad de 7 años. El pequeño se mostraba un poco más irritable de lo normal, no reaccionaba inmediatamente cuando trataban de hablar con él y respondía con un tono un tanto elevado a comparación del usual, tras llevarlo a varios especialistas, llegaron a la conclusión de que sufría una condición que con el tiempo, deterioraba su sentido de la audición, llevándolo a la sordera.

La "condición de mierda" no lo alteró del todo, al fin y al cabo él podía seguir realizando sus actividades como cualquier otro extra, sin embargo no era una opinión compartida con sus compañeros, quienes comenzaron a tratarlo distinto e incluso lo aislaron de las actividades que se supone "debían unirlos", esto decepcionó un poquito a Katsuki (aunque no lo quisiera admitir) pero supo sobreponerse a esa emoción y se enfocó en sí mismo y en sobresalir por sobre ellos y su condición, al fin y al cabo, eso simplemente "liberó su vida de extras innecesarios".
Tuvo que aprender lengua de señas, aunque insistiera en que no lo iba a usar o que no lo necesitaría en su futuro, adelantándose a lo inevitable, a esas clases también se sumó su amigo Izuku, quien fue de los pocos que permaneció a su lado (lo agradecía sinceramente, pero claro, "el nerd no tenía porqué enterarse") y Kaminari Denki, amigo de ambos, aunque éste último asistió a un par de sesiones.

Debido a esto nació la idea de añadir a Nala a la vida del pequeño rubio, el vínculo que formaron era tan profundo que el can no se separaba de su humano más allá de lo necesario y daba la impresión de que siempre sabía lo que éste necesitaba. Se dieron cuenta de que, aparentemente, comprendía un par de señas que, en secreto, Katsuki le había enseñado, lo que resultó en llevarla a clases de adiestramiento especial para certificarla como "animal de servicio", el hecho de que sea su mascota y que el rubio entendiera los gestos de esta misma, sólo facilitaron el proceso; porque claro, Katsuki "no iba a desperdiciar tiempo y esfuerzo en un estúpido perro que no conocía, más fácil con ella y así no tiraba a la basura los años que pasó entrenandola", logrando así a sus 17 años, la certificación que requerían, mismo tiempo en el que decidió enviar el primer borrador de su cómic.

-Por fin!- exclama el rubio, dándose cuenta que pudo guardar con éxito el archivo, se voltea a ver a su compañera- Nala, trae el arnés- le pide junto a un par de señas, mientras que él toma su bolso junto a un block de notas, su teléfono, otras pertenencias y unos audífonos (que si bien no los necesita, evita que la gente le hable) y va camino a la puerta de su hogar. Al ver que Nala lo está esperando junto a lo pedido, le acaricia la cabeza y la prepara para salir.- Vamos a cobrarle al Pikachu esos premios que te prometió la vez pasada, Deku nos espera allá- observa cómo ese comentario la hace feliz, definitivamente su cola la delataba
Así, con correa en mano, los audífonos puestos y la puerta asegurada, se encaminan a "Sunflower Coffe"

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Has llegado al final del cap! qué tal?^^

Quisiera dejar en claro que la mayor parte de las cosas relacionadas a lo clínico/médico las describo como yo las comprendo (o la idea general que poseo del asunto) no estoy interiorizada en profundidad, así que no garantizo que sea 100% verídico (TuT)

Sigo sin tener una idea clara de la extensión de esta historia, así que lo analizaré conforme a la marcha y la recepción :') si quisieran comentar u opinar al respecto, bienvenidos sean

Nos leemos pronto!

Gracias, NalaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora