Ryunosuke
Supongo que si alguien que me conociera me viera con un ramo de flores multicolores encima, llevándolo en brazos como si se tratara de un bebé, mi reputación caería en picado. Alguien como Atsushi se burlaría de mí y me lo estaría restregando por la cara las próximas dos semanas.
Pero la verdad, no me importaba. Nunca me había importado mi reputación, al menos, no como para estar constantemente reprimiendo mis acciones y amistades por temor a lo que se dijera. De ser así, nunca tendría como amigo cercano a Atsushi, ni a Chuuya. Y nunca me habría acostado con Tachihara.
Subí por las escaleras de mármol del Hospital General de Kawasaki, con el molesto olor de las flores pegado a la nariz, haciéndome estornudar. Era la tercera planta, habitación 303. Hacía mucho tiempo que no iba, pero suponía que no habría cambiado de su lujosa habitación a una más cutre solo por placer. Aunque fuera así, tampoco me molestaría.
Y, tal y como supuse cuando entré en la habitación, ahí estaba ella. La habitación era de las que tenían una mejor ventilación e iluminación de todo el hospital. En ese momento, la ventana estaba abierta y el aire le acariciaba el pelo rubio anaranjado con una caricia suave. Ella miraba absorta a través de la ventana desde la camilla. Ni siquiera se había dado cuenta de que yo acababa de llegar. Había menos aparatos conectados a su cuerpo que de costumbre. Toqué a la puerta con los nudillos. Ella giró la cabeza, la única parte del cuerpo que podía mover por voluntad propia.
-¿Se puede? – vi como su cara pálida y pecosa se iluminaba al verme.
-Ryu, hijo… - sonreí. Sus ojos empezaron a acristalarse, deshaciéndose en lágrimas silenciosas. Me acerqué, soltando el ramo de flores sobre el jarrón vacío que había sobre la mesilla de noche y le di un pequeño y breve abrazo.
-Cuanto tiempo, Helem. – ella no fue capaz de devolverme el abrazo, claro. Desventajas de ser tetrapléjica.
-Sí. Cuanto tiempo, mi niño. Demasiado tiempo. – me separé de ella y la dejé recostada de nuevo en la camilla. Cogí una de las dos sillas y me senté frente a frente.
-Lo siento. Estaba en Yokohama.
-Lo sé, corazón. En realidad, pensaba que te habrías olvidado de mi y que no volverías. No me extrañaría nada.
-La verdad es que estuve a punto de hacerlo, Hel. – tomé uno de los pañuelos del cajón de la mesilla y le limpié las lágrimas con cuidado.
-¿Y por qué no lo hiciste?
-Es muy largo de contar. Además… si te lo contara no querrías que volviera a visitarte nunca más.
-Que tontería. Tú siempre serás bienvenido. Eres el único que se acuerda de mí. – y era cierto. La persona que tendría que estar con ella era mi padre, no yo. Quién tendría que pagar sus cuidados y la camilla del hospital era él y no yo. Quien debería visitarla al menos una vez a la semana era él, no yo. Por algo era su esposa y yo, su hijastro. Pero eso a él no le importaba. Ya había obtenido lo que quería de ella y ahora ponía la excusa de que no tenía dinero para pagar su estancia y sus cuidados y menos, tiempo para verla con el trabajo, exactamente lo mismo que había hecho conmigo durante la infancia. No me importaba, ya no. Pero a Helem sí. – Cuéntame, ¿Cómo es Yokohama? ¿Sabes qué? Yo crecí en un pueblo de Yokohama.
-¿Sí? - ¿Por qué no me extrañaba? Me veía incapaz de situar a Helem en Yokohama, a no ser que fuera en los barrios altos y los medianos. Ella era tan dulce que no podía ser de otra forma. Se habría corrompido en esta mierda de ciudad de haber crecido aquí.
-Sí. Una vez fui a Yokohama, a la capital y me perdí. Es tan grande… pero seguro que tú te has sabido defender bien.
-Sí, bueno… no es tan grande como parece y tampoco es que me la halla recorrido entera. Todo es tan… diferente a Kawasaki.
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Mío para abandonar.
Fanfiction[Segunda temporada de "Tuyo para jugar"] Ryunosuke en Kawasaki vuelve a su vida delictiva, sin darse cuenta de lo mucho que necesitara a Tachihara en su camino. Por otro lado, Tachihara se encuentra sumergido en una profunda soledad. Ya no puede apo...