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Tachihara

Ladeé la cabeza. La hamburguesa que tenía entre mis manos tenía muy buen aspecto, ¿Cómo no iba a tener buen aspecto la comida del McDonalds? Lo que no veía claro era que hacía allí esa hamburguesa Big Mac, esperando que me la zampara sin mas. Miré a Sparky con el ceño fruncido.

-¿Qué pasa? ¿No quieres? - entrecerré los ojos.

-¿Me estás invitando?

-Sí, así que come y cállate. No me hagas sentir rechazado. - miré la hamburguesa de nuevo, sin mucho apetito. ¿Qué demonios pretendía conmigo? - Oh, no. No estarás pensado que luego voy a intentar cobrarme la invitación metiéndote mano, ¿No?

-No lo he pensado hasta que lo has dicho. - Sparky suspiró.

-Lo siento. Sólo pensé que tendrías hambre...

-Mi casa está a dos calles. - Sparky me miró con los ojos muy abiertos. Tragó saliva. Lo había atrapado.

-Bueno... en realidad quería estar contigo un rato más. Invitarte a cenar era la excusa perfecta. - supongo que debería sentirme halagado y sonreír, pero no lo hice. No tenía ganas de hacerlo, no podía esforzarme más de lo que lo estaba haciendo saliendo todos los días a la biblioteca para estudiar algo para los exámenes de la universidad, aunque no pusiera un pie en ella. Aún podía aprobar si estudiaba un poco... pero en casa era imposible concentrarse cuando cada rincón estaba repleto de recuerdos.

Esa maldita casa me angustiaba. Me hacía sentir claustrofobia y tener a mamá todo el día pendiente de mí no ayudaba nada. Así que salía. Iba a la biblioteca todos los días por la mañana y por la tarde, después de comer. No tenía ánimos para hacer otra cosa.

Últimamente, Sparky venía a recogerme por la tarde. No es que me gustara, pero tampoco me importaba. Me era.indiferente, aunque no podía negar la distracción que suponía para mí su constante charla.

-Bueno... - le dio un bocado a su hamburguesa. Estábamos en un aparte de la carretera, pegados a la acera de un parque en el que algunos niños aún jugaban iluminados por las farolas de la calle. No nos habíamos bajado del auto y el techo estaba replegado, dejándonos al aire libre. - Siempre me he preguntado una cosa sobre ti, Tachihara. - lo miré de reojo, a punto de llevarme la hamburguesa a la boca. - ¿Por qué te metiste en la carrera de arquitectura? No parece que vaya mucho contigo. - y tenía razón. Le di un bocado a la hamburguesa y empecé a pensar la respuesta mientras masticaba tranquilamente.

-Sentía cosas...

-¿Cómo? - Sparky alzó una ceja, mirándome fijamente.

-Desde que tengo uso de razón, siento cosas. No tiene nada que ver con fantasmas ni nada de eso. Es simplemente que siento... algo más de lo que debería sentir en ciertos momentos.

-No he entendido una puta palabra. Eso solo es construir casitas.- Sparky bajó del reposa cabezas, dejándose caer a mi lado con suavidad, sin apartar la mirada de mí. De alguna manera, me sentí incómodo. Aquello era algo jodidamente íntimo para mí, algo que estaba seguro que nadie sabía... excepto, quizás, Ryunosuke...

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-¿También escribes letras de canciones? Vaya, Muñeco. No sé si impresionarme o asustarme. - casi podía revivir la felicidad de ese momento, cuando le saqué la lengua juguetonamente y volví a centrarme en el montón de papeles que había sobre mi escritorio. Ryunosuke dejó de tocar la guitarra a mis espaldas, sentado sobre mi cama. Se levantó y se me acercó por detrás, inclinándose para ver lo que escribía. - Yo no soy yo... hum... un poco contradictorio, ¿No?

Mío para abandonar. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora