Capitulo 4

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A pesar de que quedaban cinco minutos para que terminaran las clases, Wanda no se encontraba en ella.
Con la excusa de ir al baño, se escondió detrás de la pared que había enfrente de su taquilla .

No había nadie por los pasillos, y tras comprobar que la carta no estaba todavía supuso que la pondrían en los próximos minutos.

Dos minutos después escuchó unos pasos por el pasillo y sonrió.

Descubriría quién era aquella misteriosa chica.

Esperando a que aquella persona pasara para dejar la carta, escuchó otros pasos.
Mierda, venía mas gente.

Poniéndose nerviosa al escuchar los pasos más cerca, miró hacia atrás y vio la puerta del baño.

Rápidamente se adentró a él y se puso a disimular lavándose las manos al escuchar como alguien entraba.

Era una chica rubia y más bajita que ella, unos dos años menor.
La había visto alguna vez.

Se secó las manos y agradeció que no dijera nada, no le hubiera gustado mucho tener que hablar.

La rubia miraba algo nerviosa la puerta, esperando que tardara más en salir, observó como Wanda abría la puerta y abrió los ojos pensando en algo que hacer.

—¡Espera! —exclamó la desconocida y Wanda se giró ante eso . La rubia se puso nerviosa — ¿tú eres se último curso ? —preguntó lo primero que se le vino a la cabeza y la otra asintió con la cabeza lentamente extrañada ante la reacción de la rubia. — ¿es muy difícil? Se que es raro que te pregunte esto porque si, es que tengo curiosidad. — dijo de forma rápida y nerviosa confundiendo más a Wanda que solo negó con la cabeza — bien, me alegro. Por cierto, soy Yelena Belova.

La mayor solo asintió y finalmente abrió la puerta del baño encontrándose con alguien de frente que la iba a abrir.

Una chica pelirroja que conocía de su clase que era más o menos de su altura, la miraba petrificada, se veía nerviosa, muy nerviosa.

Intentó articular alguna palabras, pero al ver que no pudo se puso roja, tanto que Wanda creía que podría confundirla con un tomate.

Wanda pudo ver lo hermosa que era aquella chica y no pudo evitar una suave y casi no notable sonrisa al ver su reacción.

Pudo jurar que cuando hizo eso la chica que puso aún más roja si eso era posible.

Dejó de mirar a Wanda entró al baño.
Esta salió de allí y miró su taquilla a lo lejos, las clases ya habían terminado y todos estaban en el pasillo andando, no había manera de que supiera quién es.

Agarró la carta de su taquilla salió del instituto rendida ante la opción de saber quién es la escritora de aquellas hermosas cartas.

Por otro lado en aquel baño, una rubia se encontraba riéndose sin parar mientras su hermana la pelirroja se mojaba la cara una y otra vez totalmente avergonzada.

—¡Deberías haberte visto la cara! —exclamó Yelena mientras no paraba de reírse — ¡Te prometo que te hubiera confundido con un tomate!

Natasha la miró con mala gana.

—Cállate ya hermanita. Ha sido muy inesperado. —se defendió la pelirroja molesta.

—¡Si que te trae mal esa chica! Sabía que te gustaba pero no tanto. — aseguró Yelena mientras paraba de reírse — quien iba a decir que alguien podía hacer que Natasha Romanoff se pudiera quedar sin palabras. Ahora entiendo lo de las cartas.

—Cállate Yelena. Que alguien te puede oír. —pidió Natasha ante la burla de su hermana.

—ahora en serio. ¿No crees que deberías hablar con ella? Te quedan dos meses hasta que termine el curso. Deberías arriesgarte.

—Ya... pero no quiero molestarla. Además, ¿y si no quiere hablarme? ¿Y si no soy la persona que espera? ¿Y si me pasa lo mismo que ahora y quedo de nuevo en ridículo.?

—¿Seguro que toda la razón por la que no quieres que se entere quien eres es porque no quieres molestarla? Por que me parece que una parte es porque estás insegura.

La pelirroja suspiró.

—Puede...que me un poco de miedo a que me rechace . No sé si mi corazón con lo enamorado que está podría soportar un "no" de ella. —admitió Natasha y la rubia se acercó a ella.

—¿Cuánto tiempo llevas interesada en ella?

—Desde la primera vez que la vi. —informó Natasha —hace seis años.

—Pues con más razón debes decirle quién eres. Llevas colada por ellos seis años. Y tienes que entender que te quedan dos meses para que todo acabe. Y te aseguro que si no haces algo para que ella pueda sentir que eres importante, en dos meses no la volverás a ver. — habló Yelena y su hermana suspiró.

—No sé cómo decírselo.

—Por donde mejor sabes expresarte. Por cartas. — ideó la rubia.

—No se que haría sin ti.

—Lo sé hermana, lo sé. Ahora vámonos, que tú amorcito ya se habrá ido.

—no es mi amorcito. — dijo sonrojándose Natasha y Yelena dio una carcajada.

—En serio, no entiendo como te tiene agarrada tan fuerte. —dijo riéndose mientras salían.

—Es que es mi debilidad — aseguró Natasha mirando la taquilla de Wanda con una sonrisa.

Cartas a Wanda Maximoff (Wandanat)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora