Texto XXII.

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Éramos demasiado amor
para tanta Roma.

Ya bien decían que a tu lado
era más amor
que ruinas.

Y, joder, no cabía duda,
que bonito se veía
aquel montón de piedras.

Qué clase de convicción
habías creado en mí,
para hacer que quisiera
tal desastre.

Cómo fui capaz de enamorarme
de tantos destrozos.
En qué momento no me importó
formar parte de ellos.

Cuánta destrucción se encondía
tras aquellos ojos,
aquellos ojos tristes.

Que no distinguían matices,
ni otro color
que no fuese miedo.

Por favor,
ínvitame a perderme en ellos,
prometo no salir jamás.

Postada:
Querida Roma,
déjame llamarte Amor,
porque yo siempre supe
que lo fuiste
antes de que te pusieran del revés.

Verbándote a escondidas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora