Texto I.

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Era por la tarde a la caída del sol. Ella estaba sentada en uno de esos vulgares bancos que suelen haber en los parques, con la madera desteñida por el color del sol y llenos de graffitis que suelen hacer los jóvenes hoy en día por diversión. Ella observaba el cielo en silencio con las piernas cruzadas al igual que sus brazos y tiritando ya que empezaba a levantarse un leve viento. Entonces él apareció por detrás y bruscamente le sacudió los hombros pero siendo a la vez delicado con ella. Ella gritó al notar sus frías manos posarse sobre sus hombros y también porque no se esperaba encontrar a nadie en medio de la tenue oscuridad ya que aún no se habían encendido los faroles de la calle.

Él se río.

Entonces ella se giró.

—Eres idiota -dijo con un tono burlón a la vez que le salía una tonta sonrisa.

Él se acercó a ella y se sentó en el banco, justo a su lado.

—Dime algo que no sepa. ¿Que haces?

—Tan solo miraba al cielo, empiezan a aparecer las estrellas -dijo con una voz tenue y suspiró- ¿y tú que haces a estas horas? ¿dar sustos a las niñas solas en los parques? -río disimuladamente.

—Tal vez, tan solo estaba sacando a pasear al perro -se río mirándola.

—Te refiriras a ti porque yo no veo ningún perro -le miro sonriente y volvió a mirar al cielo.

—Que lista -le sonrío- y bueno ¿que bonitas las estrellas, no? -le dijo mientras la miraba.

Ella al oír su voz desvío su mirada hacia él.

—Pero si no te has parado ni a mirarlas. Es decir, solo has echo que mirarme a mi.

Él se acerco a ella posando su mano derecha sobre su mejilla izquierda.

—Lo sé, por eso te envidian -sonrío acercando su boca a la suya.

—Eso ha sonado un poco maricón -se río mirándole- eh, perrito, te olvidaste del bozal.

Entonces cuando él pretendía besarla ella le esquivó levantándose del banco riendo.

Él la miro extrañado.

—Te la debía, por asustarme -sonrío mirándole.

Él se levantó del banco y la agarro por la cintura.

—¿Y como hago para que me perdones? -la miro a los ojos.

—No lo sé, intenta ser más listo que yo -ella le dijo sin apartar la mirada.

Entonces él la besó.

Y ella le siguió el beso.

Verbándote a escondidas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora