La llegada ─ Cap. 1

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             ─  𝘕𝘢𝘳𝘳𝘢𝘥𝘰𝘳 𝘱𝘳𝘪𝘮𝘦𝘳𝘢 𝘱𝘦𝘳𝘴𝘰𝘯𝘢 ─

Desperté de golpe con un dolor agudo en la cabeza. Todo a mi alrededor era borroso, pero podía distinguir lo que me rodeaba. Estaba en un elevador que subía lentamente, rodeado de provisiones: barriles, cajas de comida, botiquines, ropa y herramientas. A pesar del golpe, mi mente estaba clara. Recordaba quién era y cómo había llegado aquí, lo cual era más de lo que la mayoría podía decir al despertar en este lugar. Lo más reciente en mi memoria era el laboratorio de C.R.U.E.L, donde estaba buscando una nota que mi padre me había dejado antes de morir. Aquella nota contenía algo crucial, pero C.R.U.E.L. me la había ocultado. Estaba desesperada por encontrarla cuando oí pasos acercándose al cuarto. Presa del pánico, me escondí en el elevador más cercano, pero, en mi prisa, tropecé y me golpeé la cabeza, perdiendo la consciencia mientras las puertas del elevador se cerraban y comenzaba a subir.

De vuelta al presente, me encontraba sola y asustada en este lugar desconocido. El elevador seguía subiendo lentamente, sin dar señales de detenerse. Cerré los ojos, esperando que los ruidos que provenían del exterior extraños chirridos y sonidos de criaturas que no podía identificar desaparecieran. Mi cabeza aún latía de dolor, pero traté de mantenerme lo más tranquila posible.

Finalmente, tras lo que me parecieron horas, el elevador se detuvo con un golpe seco. Una luz roja se encendió, bañando todo el espacio en un tono ominoso. Abrí los ojos justo cuando las puertas comenzaron a abrirse lentamente, revelando figuras difusas del otro lado. Oí una voz firme que parecía comandar a los demás.

─ “Hablarán las puertas”  — ordenó la voz, y todos los que estaban afuera comenzaron a abrir las puertas de piedra con una precisión meticulosa, como si hubieran hecho esto mil veces antes.

A medida que las puertas se abrían, sentí que el pánico crecía dentro de mí. Todos los ojos se posaron en mí al instante, miradas cargadas de curiosidad, desconfianza y algo más que no podía descifrar. Traté de mantener la calma, pero mis manos temblaban. Entre los presentes, vi a una chica que reconocí al instante, pero me quedé callada, intentando no atraer más atención de la necesaria.

De repente, un chico se acercó desde la multitud. Lo reconocí de inmediato: era él, el que había dado la orden para abrir las puertas. Tenía la piel de un tono oscuro y ojos marrones intensos, y aunque su expresión era seria, había algo cálido en su mirada. Extendió su mano hacia mí.

─ “Un gusto”, ─ dijo con una sonrisa ligera ─ “Soy Alby, líder del claro”.─ Me observó detenidamente, como si intentara averiguar más de mí solo con la vista ─. “¿Recuerdas tu nombre?” ─

Negué lentamente con la cabeza, sintiendo el peso de su pregunta. Cuando lo hice, noté que su mirada se desvió hacia la herida en mi frente, el dolor volviendo a latir intensamente.

— “Ven, te ayudaremos con esa herida” — comento, ofreciéndome su mano nuevamente para ayudarme a salir del elevador.

Lo seguí, sin tener otra opción. Al salir, lo primero que vi fue un gran claro rodeado de altos muros de piedra que parecían impenetrables. En el centro había chozas hechas de madera y muchos chicos, todos ocupados con tareas diversas. El ambiente era tenso; podía sentir las miradas sobre mí, susurraban entre ellos mientras Alby me guiaba por el lugar.

─ “¡Todos a sus puestos!” ─ exclamó Alby, haciendo que todos se dispersaran rápidamente.

Caminamos por el claro hasta una choza pequeña. Un chico simpático, con una sonrisa amigable, nos recibió en la entrada.

─ “¿Qué pasó, Alby?” ─ preguntó con una sonrisa.

─ “Esta chica es una novata llegó hace unos minutos y tiene una herida en la cabeza” — explicó Alby.

El chico asintió y me guió hacia una camilla rudimentaria de madera.

— “Siéntate aquí, nueva.”, ─ dijo mientras sacaba un botiquín.

Hice lo que me pidió y él examinó mi herida con cuidado. Limpió el corte con un algodón empapado en alcohol. El escozor fue intenso, pero traté de no quejarme. Cuando terminó, me puso una cura y me dedicó una sonrisa tranquilizadora.

— “No es tan grave como parece”, ─ habló ─ “Estarás bien” ─

Alby se acercó y me tendió la mano para ayudarme a levantarme.

─ “Gracias, Jeff” ─ le agradeció con una sonrisa—. “Te debo una.”

─ “Vamos”— ordenó Alby una vez fuera—. “Te mostraré cómo funcionan las cosas aquí”.

Comenzamos a caminar por el claro mientras Alby me iba señalando los distintos lugares y explicando las labores de cada persona. Había chicos trabajando en el huerto, otros construyendo, algunos corriendo hacia los muros. El lugar parecía tener una estructura social muy organizada, algo que me sorprendió.

— “Aquí todos tienen un trabajo”, — comentó Alby, con una mirada seria pero amable—. “Tendrás que hacer algunas pruebas para ver cuál te corresponde. No podemos permitir que nadie esté sin hacer nada”.

— “Claro, no tengo problema con eso” —respondí, intentando sonar confiada.

Mientras avanzábamos, vi a dos figuras que me resultaban familiares: Thomas y Teresa. Ellos, al igual que yo, habían trabajado para C.R.U.E.L, pero habían sido enviados aquí después de rebelarse y apoyar al brazo derecho. Sentí sus miradas fijas en mí, especialmente la de Thomas. No podía evitar el cosquilleo de inquietud que me provocaba su atención, pero me obligué a mirar al frente y seguir caminando. Pero entonces conecte la mirada con 𝗲́𝗹, sentí un revuelto en mi estómago. Él era muy lindo, tenía un porte serio, frío y misterio. ¿Podría quedar enamorada de él?

Finalmente, Alby me mostró la choza que sería mi hogar temporal. Era pequeña pero acogedora, mucho mejor de lo que esperaba. Me sentí aliviada de tener un lugar propio.

— “Toma”, — dijo Alby, entrando con una caja llena de ropa—. “Esto también venía en el elevador contigo. Espero que te quede”. ─

Dejó la caja en el suelo y se volvió hacia la puerta, pero antes de irse, añadió:

— “Prepárate para esta noche”. ─

— “¿Qué sucede esta noche?”—pregunté, intrigada.

— “Ya lo verás” — respondió con una sonrisa enigmática antes de desaparecer por la puerta.

Me dejó sola, llena de curiosidad y algo de nerviosismo por lo que vendría. Decidí no pensar demasiado en ello y comencé a prepararme. Esta noche, descubriría lo que se escondía detrás de las sonrisas y las miradas de todos ellos.



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Holaaaa, hasta aquí llegó el capítulo de hoy. Espero que les haya gustado mucho. ¡Nos vemos! :)

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Solo tú y yo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora