Capítulo 12 Princesa de la obscuridad

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Los hombres me ataron las manos y los pies para después lanzarme al suelo frente a un trono. Todo estaba muy obscuro, pero aun así sentí la presencia de alguien.

-Vaya, vaya. Hasta que te encontramos princesa mía.- habló una voz grave desde algún punto en la obscuridad. Apenas haber escuchado la voz, me llené de una repugnancia terrible, la mera voz me daba asco. –Te extrañé tanto, si me hubieras hecho caso desde un principio definitivamente nada de esto hubiera pasado, mi amor.- hizo una pausa para caminar, se aproximaba a mí –La pelirroja, el güero, el gemelo, tu hermana; todos estarían aquí si te hubieras unido a mí desde un principio, todos.-seguía aproximándose con lentitud –Parece que el gato te comió la lengua- su risa sonaba malvada cuando se reía – ¿o prefieres que traiga a mi compañero Daniel para que te de tus azotes para que hables como la última vez?- me estremecí –Pobre Damián pagó los pecados y traición de su hermano con su muerte- fingió una voz triste y llena de lástima -¿Pero sabes?- dijo lo suficientemente cerca para ver su gran estatura y su cabello negro un poco largo, me rodeó y se paró detrás mío, se agachó a la altura de mi oído y susurró –Pagó más pecados tuyos que los de nadie más.

Las lágrimas comenzaron a rodar por mis mejillas con frustración, no entendía qué demonios estaba pasando, no recordaba nada por más que oprimiera mi mente para recordarlo.

El hombre se incorporó y habló en un tono de voz más fuerte, casi gritando:

-Ahora dime Alexandria, mi princesa de la obscuridad, ¿Dónde está la llave?

-¿De qué hablas?- pregunté gritando con rabia y frustración, retorciéndome en el piso

-¡Vaya! Ahora no recuerdas, o ¿es que quieres que traiga a tus amigos y que los veas morir frente a tus ojos de nuevo? O ¿Quieres que Daniel te golpee para que hables?- mi mente se retuerce, se me forma un nudo en el estómago.

Mi mente me grita palabras que no puedo comprender. Veo caras que no recuerdo. Un anciano entregándome algo con una cara sonriente.

"Éste es tu tesoro princesa" decía con una sonrisa conocida.

Huecos vacíos, hoyos negros en mi mente.

Todo negro de nuevo.

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