Capítulo 16 El inesperado visitante

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Estaba durmiendo, cuando alrededor de las doce de la noche, los hombres calvos abrieron la puerta de la celda y lanzaron a alguien adentro. Se quedó tirado y no se movía, de hecho yo pensaba que estaba muerto. De un momento a otro se levantó como pudo y se aproximó a mi, yo tenía mucho miedo, pensé que iba a hacerme daño, pero cuando lo vi más de cerca, me di cuenta de que era Daniel. De inmediato se aferró a mí con sus fuertes brazos

-Daniel... ¿estás...-comencé a hablar pero posó su dedo índice sobre mis labios.

-Shhhh... esa pregunta debería hacerla yo- dijo muy quedito –Alex ¿estás bien? ¿Te hicieron algo?

-Yo estoy bien, pero tú, ¿cómo llegaste aquí?

-Eso no importa... escucha, pase lo que pase, te sacaré de aquí. No importa si yo no salgo o si lo hago, tú eres lo más importante para mí

-Pero Daniel...

-Ése es el problema, yo no soy Daniel.

El dolor de cabeza volvió, mi cabeza punzaba demasiado.

-Mi nombre es Damián, creo que ya lo sospechabas, pero ahora lo afirmo: Soy Damián- repitió con seguridad, a esa hora la celda estaba tan obscura que ni siquiera podía ver su rostro con claridad, lo único que se alcanzaba a ver, eran sus brillantes ojos.

"Alguien me tapó los ojos por detrás, sabía quién era por su peculiar loción. Nadie más en éste mundo olía tan bien como él.

-Damián- dije con la vocecita tierna, tomando entre mis manos, las suyas que aún tapaban mis ojos.

Cuando destapó mis ojos me encontré con todos mis amigos sosteniendo regalos en frente de mí en el patio de la secundaria. Entre Mish y Daniel sostenían un gran letrero que decía: "¿Quieres ser mi novia?". Me lancé a su cuello repitiendo la palabra "Sí" tantas veces que aún si alguien hubiera tratado de contarlas, se hubiera desesperado en el intento."

Me colgué de su cuello por instinto, no fue algo que yo planeara deliberadamente, simplemente mi cuerpo actuó así, llorando, además con amargura.

-Lamento por todo lo que tuviste que pasar gracias a mi ausencia, lo lamento. Lamento haberte escondido que aún seguía vivo, pero debía de hacerlo así para salvarnos. Nunca te dejaría sola, lo sabes. Lamento haberlo hecho, sé que me necesitabas.

Lo abracé con más fuerza, no quería dejarlo ir nunca. No sé en qué momento, pero me quedé dormida en la calidez que tanto extrañaba de sus brazos. Esa era la razón por la que no me gustaba dormir sola, me hizo falta tanto tiempo que sentirme sola sin su cariño, apoyo y calor un minuto más sería imposible de soportar.

Los pedazos seguían uniéndose.

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