Resignación.
Esa era una palabra que no debía existir en su diccionario, era una palabra que odiaba, que no le gustaba usar nunca. Sin embargo, esta vez la usaría. Estaba resignado a que había perdido la batalla. Por más esfuerzo que había hecho por demostrarle a Leticia su amor, no había sido suficiente. Ella estaba enamorada de otro hombre: Aldo Domenzaín.
Pero que estúpido. ¿En qué momento la había perdido? Ahora más que nunca se arrepentía de haberla dejado libre aquel día que Aldo los encontró en la oficina, después de su reconciliación. Ese día, Fernando acababa de regalarle un diario a ella para que empezaran a escribir su historia juntos. Pero Aldo lo había arruinado todo, Aldo y su enfadosa noticia de que había vendido su restaurante por Leticia. Fernando siempre pensó que Aldo era un manipulador, que todo lo había hecho con la intención de que Leticia sintiera tanto agradecimiento que terminara decidiéndose por él. Sin embargo, estos últimos días, sintió que debía admitir que se había dado cuenta de que Aldo realmente amaba a Leticia. Por eso Fernando tenía que hacerse a un lado. Decidió irse lejos. No podía permanecer más en Conceptos, ni en México. Era una tortura. Estar en esa empresa le recordaría siempre a ella. Cada rincón al que volteara le recordaría los momentos que había vivido al lado de Leticia, y sería peor al pensar que ella ahora sería la esposa de otro. No podía creerlo. Acababan de tener la junta de comité donde les dijeron que la empresa estaba libre de deudas, por fin. Ya le habían pagado a Aldo su dinero, y ahora, con lo del programa de televisión, habían obtenido muchas ganancias y ofertas de nuevos proyectos. Conceptos había salido a flote, y a él le habían ofrecido nuevamente lo que siempre había querido, por lo que tanto había luchado: la presidencia de la empresa. Pero la había rechazado. Eso ya no era importante para él. No quería permanecer en ese lugar que le recordaría a Leticia. No quería estar ahí sin ella. Como lo dijo en la junta, recuperó la empresa, pero no a la mujer que amaba. A ella ya la había perdido para siempre.
La despedida con Leticia había sido emotiva, dramática, pero, sobre todo, dolorosa. Ese último abrazo lo llevaba impregnado en lo más profundo.
Siempre la llevaría en el corazón. Leticia era y seguiría siendo el amor de su vida, la mujer de sus sueños, la única, la dueña de su amor. Renunciaba a ella, sí, pero era porque había comprendido que el amor no debe ser egoísta. Si ella era feliz, él se alegraría por ella. Le había hecho tanto daño que lo que más deseaba ahora era verla contenta, aunque fuera lejos de él.
Después de ese abrazo, se fue, sin mirar atrás. No quería verla porque no quería caer en el error de correr hacia ella, de abrazarla fuerte y no soltarla nunca. Por eso debía irse, no solo de la empresa, no solo de México, sino del país.
Llegó al departamento que compartía con Omar y Marcia, tomó una maleta de su habitación, y metió algo de ropa, solo lo necesario. Quería cambiarlo todo, eso incluía comprarse ropa nueva, no quería que nada, absolutamente nada le recordara a Leticia Padilla Solís. Saliendo de ese departamento, pondría todo su empeño por olvidarla, pondría todo su corazón por olvidar para siempre a Lety, así le costara mucho, estaba dispuesto a intentarlo. Sabía que le llevaría tiempo y mucho esfuerzo, pero tenía que conseguirlo. No había opción.
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"Otoño" "Goodbye my love"
FanfictionLa historia empieza cuando Fernando se resigna a que perdió a Leticia en brazos de Aldo Domenzaín. Ella se ve perdidamente enamorada de ese hombre rubio que conoció en el mar. Ella ha demostrado una y otra vez que ama a Aldo y que dejó de amar a Fer...