Capítulo 4

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Dos semanas pasaron, dos largas semanas para Leticia y también para Fernando. Ella trataba de hacer las cosas de Conceptos lo mejor posible aunque le costaba concentrarse. Todos los días pensaba en él. Cada lugar a dónde miraba le traía recuerdos de todo lo que había vivido al lado de Fernando. Había contactado a los familiares más cercanos de él, en busca de alguna señal acerca de su paradero, pero realmente eran muy pocos esos familiares con quién hubiera podido estar, y nada. No había rastro. Entonces decidió irse por fin a Nueva York, estaba decida a emprender el viaje.

Fernando estaba en la etapa de "resignación". Cada día, desde la supuesta "boda" de Leticia, no dejaba de preguntarse qué estaría haciendo al lado de Aldo, su "esposo", aunque la sola palabra le revolvía el estómago. Se torturaba pensando en la luna de miel, y todas esas cosas de "recién casados". La herida sangraba cada vez que se dejaba embargar por esos pensamientos inútiles. Era como echarle limón a esa herida, pero no podía dejar de preguntarse mil cosas.

Julia estaba siendo un apoyo para él. Se había convertido en algo así como una madre, porque siempre lo aconsejaba, estaba pendiente de sus asuntos, y lo cuidaba. Muchas veces, Fernando pretendía saltarse las comidas, pero ella llamaba y lo invitaba a comer, o le proponía salir a comer fuera, en algún lugar agradable, de preferencia al aire libre. Por otro lado, Fernando ya tenía que trabajar. Además, creía que ya había estado bueno de "vacaciones". Quería cambiar de vida, y eso implicaba comenzar de cero, y buscar trabajo. Julia le presentó a un amigo que trabajaba en el área de turismo. No era precisamente el "mundo laboral" en el que sabía moverse Fernando, pero decidió que si quería "cambiar de vida", debía probar cosas nuevas.

J: Mira Fernando, te presento a Aldo Dos santos.

Fernando se quedó estupefacto. El solo nombre lo remontó a dolorosos recuerdos. Aunque la apariencia de este Aldo era muy distinta del anterior, este era moreno, cabello negro, ondulado ligeramente, y ojos marrones oscuros. Era alto y delgado, y con buen porte. El hombre le sonreía con amabilidad, aunque un poco extrañado ante el raro comportamiento de Fernando, que hasta el tik nervioso de Leticia se le había contagiado, haciendo que cerrara su ojo izquierdo con cierta insistencia, hasta que Fernando se dió una ligera cachetadita con su mano izquierda, tratando de reaccionar. Aldo Dos santos extendió su mano, saludando a Fernando.

Al: Aldo Dos santos, mucho gusto (sonreía amablemente).

Fernando creía haber escuchado mal, pero no. Efectivamente el hombre se llamaba así, como su antiguo rival.

J: Fernando, ¿estás bien? (Preguntó Julia al ver la reacción de Fernando, parecía que había visto a un fantasma)

F: Eh, no, no (Fernando pestañeó varias veces, como queriendo aclarar su visión). Mucho gusto, soy Fernando Mendiola. Discúlpame, es que, ¿sabes? Soy Aldofóbico... jejeje (rió nerviosamente, extendiendo su mano hacia el hombre, correspondiendo al saludo).

J: Fernando, se en lo que estás pensando, pero te aseguro que este Aldo es completamente otro al que conoces. Discúlpalo Aldo, está nervioso (dijo mirando a su conocido).

F: Aldo, y "Dos santos", para colmo, dos Aldos en mi vida, y ¿"dos santos"? Jeje, no, ya es el colmo, que ironías de la vida. Aquel de "santo" no tiene nada, menos mal que se apellida Domenzaín. Que apellido tan raro, ¿no? Pero claro que es otro, aquel era güero, ojos claros, rubio, desabrido pues...

Aldo Dos santos no pudo evitar sonreír.

Al: Me doy cuenta de que no te llevas muy bien con ese "otro" Aldo.

F: Ja ja ja, no llevarme bien es poco decir. ¡Nos detestamos! Mira cómo me pongo, me altero de inmediato, hasta calor me dio ya (dijo agitando las solapas de su camisa con sus manos, tratando de echarse aire).

"Otoño" "Goodbye my love"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora