- ¿S-Suga? ¿Qué haces aquí? -
- ¡Oh, dios! Te eché tanto de menos. - Susurró tapándose la cara.
No podía moverme, literalmente me había congelado. ¿Cómo le iba a explicar que había construido mi vida desde cero? ¿Cómo le iba a decir que estaba casada y tenía una hija?....
- ____, levanta. -
- ¡Suga, lo siento! - Grité a todo pulmón mientras brotaban de mis ojos lágrimas.
- ¿___, estás bien? - Alcé la mirada, era mi madre. ¿Mi madre? - ¡Mamá, estás viva! -Me abalancé a sus brazos, sin dejar de llorar.
- ___... ¿Has tenido una pesadilla? Venga, recupérate y vístete, llegarás tarde. - Me miró como si estuviese loca, se giró sobre sus talones y abandonó mi habitación.
- ¿Una pesadilla? ... - Llevé mis manos hacia mi propia cara, tapándome ésta. No, no podía ser una simple pesadilla. Todo era tan real. ¿Me había inventado a Suga? ¿No estaba casada con Jimin? ¿Natalia estaba viva? Miles de preguntas se pasaron por mi cabeza. No podía ser sólo una puta pesadilla.
Me levanté de la cama y me sostuve de pie como pude, aún estaba conmocionada.
Me vestí el uniforme del instituto y salí del cuarto, bajando las escaleras. Encontrándome con mi familia.
-Buenos días, ____. - Dijo mi padre, esbozando una de sus peculiares sonrisas.
Automáticamente me fijé en mis manos y lo miré a él atemorizada. Llevé mi vista hacia la lámpara, la cual estaba intacta.
- ¡Déjame en paz! - Grité huyendo hacia el interior de mi habitación de nuevo, cerrando la puerta detrás de mi.
No podía ser sólo una puta pesadilla.