Cuando caímos se separó de mi y los dos nos vestimos, me miró y se rascó la nuca.
-Oye, ___ , hagamos que esto no ha pasado.- Yo asentí, al menos no sería como Jimin. Él se fue antes que yo de la sala del conserje para asistir a la siguiente clase, yo antes agarré la grabadora.
Asistí a las clases que faltaban y en el recreo que entregué la foto de Jimin y la grabación de J-Hope a Natalia. Después de las dos últimas horas Geral y yo salimos de aquél sitio.
- Ey, ___ , ¿Te apetece ir a comer a algún restaurante?- Yo asentí y fuimos a un local de comida rápida, entramos y ordenamos.
Antes de comenzar a comer alguien me arrastró del brazo y me llevó al aparcamiento.
-¿Qué hostia pasa contigo, Jimin?- Me agarró de los dos brazos y juntó nuestros labios en un tierno y dulce beso, se separó y me susurró.
- Te quiero, ___ - Mis ojos se abrieron como platos y mi boca también.
-¿Q-Qué has dicho? -
-¡Joder! Que te quiero. - Miré a Jimin aún sin creer lo que decía, despues de unos segundos reaccioné zafándome de su agarre, haciendo que me tropezara con una moto y cayera.
-¡MIERDA, MI MOTO! - Se escuchó una voz a mis espaldas, aún aturdida miré a Jimin con horror y el se mantenía serio, tras el intercambio de miradas un chico de mi misma edad, o un poco más me agarró del brazo, haciéndone daño.
- ¿Qué cojones te pasa?- Me miró con el ceño fruncido y mordiéndose el labio inferior.
-¿Q-Qué? - Logré decir.
-Ey, suéltala.- Jimin se acercó a este.
-¿Y si no lo hago? - Alzó una ceja divertido.
-Te partiré la cara.- Lo desafió Jimin.
- Eso me gustaría verlo.- Soltó una carcajada. Jimin se iba a avalanzar contra el moreno, pero yo se lo impedí. El chico de la moto me guiñó un ojo.
-Ya me pagarás esto de otra manera, nena. - Alzó las cejas y me miró con picardía, luego se fue en su moto, Jimin seguía enfadado y con ganas de pegarle, pero yo lo evité.
-¿Quién coño se cree ese gilipollas?-
-Jimin, para.- Lo miré mal.
-¿Es que nunca lo comprenderás?-
- Jimin, yo no te amo.- Después de decir esto las lágrimas empezaron a recorrer mi rostro y me eché a correr.
Después de tanto correr me senté en un banco, admirando el paisaje y secándome las lágrimas, esto se me estaba haciendo muy difícil. Alguien tocó mi hombro, me giré y era el motero del restaurante.
-¿Qué quieres?- Dije secándome las lágrimas de los ojos.
-Odio ver a las mujeres llorar, y además, aún no sé tu nombre.- Se sentó a mi lado y posó una de sus manos en mi muslo, luego me miró a los ojos.
- ______. -
-Bonito nombre.-
- ¿No me vas a decir el tuyo?- Alcé una ceja.
-Puedes llamarme Suga.-