"Siempre serás una copia de lo que deseas tener"
Aisha Jones anuncia su compromiso con su novio Jeon JungKook quien ha venido apoyándola en todo desde hace un tiempo. Este anuncio parece desencadenar una reacción negativa en la amiga de la chica, Le...
Aisha había apagado el teléfono ignorando los mensajes y llamadas de JungKook. Su enojo había disminuído cuando se encontraba de regreso al edificio, el taxi la dejó varias cuadras antes por decisión suya. Tomó asiento en el banco de una parada de autobuses deseando ir a otro lugar, sabía que debió verlo venir después de las palabras de Leyna, pero se había aferrado tanto a la posibilidad de que su amiga recapacitara y se diera cuenta de su actitud, incluso cuando conocía a Leyna debía admitir que este lado en ella no lo conocía. Sabía que JungKook la había alejado en el acto, aun así su enojo la dominó, la joven estaba creyendo que quizás si existía la posibilidad de una atracción entre ambos.
Sentía que había presionado a JungKook para el matrimonio cuando no fue así.
—¿Casarnos?—el chico sonrió ladinamente dando un sorbo a su café americano. La cafetería tenía un agradable ambiente con la suave música de fondo—¿No es un paso importante para ser tomado a la ligera?
—No estoy tomándolo a la ligera—Aisha llevó un trozo de pie de limón a su boca—De hecho, el tema me asusta un poco.
A JungKook le causó gracia.
—¿Tienes miedo del matrimonio?
—Sí y no.
—Bueno, entonces me encargaré de que ese miedo se vaya—aquello hizo que la chica no masticara. Con ojos bien abiertos lo miró, ¿Acaso...?—Casémonos, Aisha.
Inhaló profundo inclinando su cabeza hacia atrás. No debió aceptar, su corazón latía por ese chico, amaba a JungKook, le gustaba su forma de ser, le gustaba escucharlo reír, le gustaba estar a su lado porque se sentía segura, ahora con Leyna en medio sentía que era ella misma quien sobraba. Quizás había interrumpido una relación sin querer, una relación de la cual desconocía. Ya no sabía que pensar. Introdujo la mano en el bolsillo de su abrigo encendiendo su teléfono, esperó que el sistema iniciara notando la cantidad de llamadas perdidas y mensajes.
Todos eran de JungKook, por supuesto.
Se levantó del banco caminando por la acera hacia el edificio, se sentía con las emociones revueltas, su cabeza no podía enfocarse en una cosa que no fuera Leyna y JungKook. Su teléfono recibió una llamada entrante, la castaña tomó una bocanada de aire decidiendo responder, colocó el teléfono en su oreja escuchándolo casi de inmediato:
—¿Aisha?, ¿Dónde estás?, ¿Quieres que vaya por ti?—se notaba agitado y preocupado. Siempre le pareció que las emociones de JungKook eran genuinas y sinceras—Lo que pasó no es lo que crees, sé que sonará un cliché por completo, pero debes creerme—mantuvo silencio mientras seguía caminando sin prisa—Te amo, eres tú a quien amo y eres tú quien quiero como esposa—aquello le hizo tener un nudo en la garganta—No existe nada entre Leyna y yo, iba a mostrarte los mensajes que tengo, lo hubiera hecho si tan sólo me hubieras dejado hacerlo—JungKook guardó silencio intentando escuchar algo que no fuera el ruido de fondo—¿Aisha?
Colgó guardando su teléfono sin saber que decirle. En esos minutos caminando hacia el edificio pudo hacerse una idea de lo que diría, para su pequeña sorpresa, JungKook estaba esperándola fuera del edificio con su teléfono en su mano. Inconscientemente la castaña miró alrededor esperando ver el descaro de su "amiga".
—¿Dónde está Leyna?—preguntó al tenerlo enfrente.
—¿Importa ahora?—buscó su mirada—Aisha...
—No digas mi nombre. Estoy cansándome de escucharlo tan seguido—indicó mostrando que seguía molesta—Debemos avisar a nuestros padres que la boda se cancela.
—No digas eso.
—No quiero seguir interviniendo en lo que Leyna y tú tienen—aquello le dejó atónito.
—No hay nada entre ella y yo.
—No es lo que dice...
—Sí, ella me besó hace tiempo atrás—confesó. Los ojos café de la chica se posaron en él, fue sencillo ver la inseguridad en Aisha—Hasta hace rato fue que pude recordarlo.
—¿Estás seguro que ella no te interesa ni un poco?
—Estoy totalmente seguro de lo que siento—tomó su rostro entre sus manos—Y mis emociones van dirigidas a ti. Quiero casarme contigo, quiero ser feliz contigo.
No hubo respuesta de ella, dejó que la abrazara sin sentirse del todo convencida. Como siempre, Leyna había dejado la semilla de la duda en ella.
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