2

27 4 6
                                    


Aaron

-¿Qué te pido? ¿Un café con leche?

-Sí, con dos de azúcar por favor- le levanto el pulgar a mi amigo Chris en señal afirmativa y me levanto del pequeño sofá para ir a la barra a pedir.

-Un café solo y uno con leche con doble de azúcar porfa- le digo a la chica de detrás de la barra guiñandole un ojo. La morena se sonroja y se apresura a preparar los cafés que le he pedido.

Tamborileo los dedos mientras espero, y observo el bullicio de la cafetería. Es un pequeño local que hace esquina en una calle poco concurrida pero con cierto encanto. La cafetería es amplia y luminosa, con ventanales enormes, y decorada de tonos blancos y verdes claro. Hay plantas por todas partes y el ambiente es acogedor. Continuo con mi análisis mental del local, esta vez por los muebles que hay detrás de la barra, cuando suena la campanita de la puerta.

Algo me impulsa a girar la cabeza y veo a una rubia que se acerca a mi lado en la barra, pero no parece que tenga intenciones de hablarme, todo lo contrario, me ignora olímpicamente.

Lleva el pelo recogido en una coleta alta, ropa de deporte verde claro (parece que la hubiera elegido con la intención de fundirse en el ambiente de la cafetería, algo que no creo que le funcione porque destaca por su belleza) que consiste en un top tank deportivo y unos pantalones cortos ajustados combinados. Unos cascos inalámbricos de diadema blancos le tapan las orejas, y desde aquí puedo ver las pequeñas gotas de sudor que bajan por su cuello.

Trago saliva y me giro hacia delante, impaciente por recoger los cafés y sentarme de una vez en la mesa.

Oigo como la chica habla con uno de los empleados, y no puedo evitar fijarme en lo dulce que es su voz, y en el ligero acento que marca sus palabras.

No es canadiense, eso se nota a leguas.

Sigo observando a la rubia sin intentar parecer un acosador, y poco a poco el resto de la cafetería se difumina. Solo soy capaz de observar cómo sonríe girando la cabeza hacia un lado, o como bate sus largas pestañas.

Ella cambia el peso de una pierna a otra, y eso hace que me fije en sus piernas.

Oh, sus piernas.

Juraría que no es más alta que yo, es más, me jugaría la mano a que no le saco más de una cabeza, pero el pantalón que lleva hace que parezcan infinitas. Ella echa la cabeza hacia atrás y se abanica el cuello, lo que hace que lleve mi atención a esa zona de su cuerpo.

Justo en ese momento la empleada de la barra interrumpe mis pensamientos, y me entrega los cafés. Asiento en su dirección murmurando un "gracias" y trago saliva antes de mirar una última vez a la chica.

Esta vez la sorprendo mirándome fijamente, y al ver que la he pillado desvía la mirada rápidamente fingiendo ver algo detrás de mí, lo cual resulta ser una pizarra en la que pone una oferta de la cafetería.

Sonrío divertido y paso por su lado rozando su hombro ligeramente a posta mientras acerco mi boca a su oreja.

-Un cafés y dos muffins por cinco dólares suena muy bien, ¿eh?- digo haciendo referencia a la oferta que estaba fingiendo mirar. Antes de irme alcanzo a escuchar como suelta todo el aire de golpe, y eso provoca que mi sonrisa se acentúe Ni siquiera sé porque me he acercado.

Camino hacia la mesa donde me espera mi amigo Chris, y le entrego su café.

-Ostia, vale, tío, disimula, ¿eh? Pero hay una rubia que está buenísima mirándome fijamente.

Me giro ligeramente y al ver que es la rubia de antes sonrío y miro a mi amigo.

-Date un respiro, Chris, que apenas son las siete y media de la mañana.- digo haciendo referencia a su incesante actividad sexual. De todas formas la rubia no le está mirando a el.

Until the lilies freezeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora