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Lily

No me lleva mucho adaptarme al nuevo horario, todos los días me levanto tres horas y media antes de mis clases, salgo a correr, voy a la cafetería, vuelvo a casa, me ducho, visto, preparo y voy andando a la universidad menos cuando coincido con mis compañeras de piso, que entonces me llevan en coche.

Ellas suelen entrar una hora más tarde que yo excepto los jueves, que entran a la vez, esos días me permito el lujo de dormir una hora más, porque no tengo que andar durante veinticinco minutos para ir a la universidad.

Para mi desgracia, hoy no es uno de esos días.

The Weeknd retumba en mi habitación a través de mi teléfono, mientras palpo el escritorio que esta al lado de mi cama para apagar la dichosa alarma. Pasándome la mano por la cara me levanto y me permito quedarme un momento sentada en mi cama mientras pienso en los pros y contras que supondría dejar la universidad y dedicarme a saltar por puentes hasta que no tuviera que escuchar una dichosa alarma a las putas seis de la mañana de nuevo.

Desgraciadamente, parece que me quedo dormida en mis instantes de reflexión, porque de repente noto que mi cara impacta contra el suelo. Definitivamente he llegado a un punto de delirio máximo si me he quedado dormida hasta el punto de perder el equilibrio y caerme mientras dejo mis pensamientos intrusivos libres.

Con un suspiro me levanto y me pongo mi ropa de deporte, me hago mi clásica coleta alta y me llevo los cascos para trotar por el parque que rodea casi toda la ciudad durante la próxima hora y media.

Como siempre, mi trote me lleva a la cafetería en la que acostumbro a volver a recuperar todas las calorías que pierdo durante mis momentos fitness.

Se me hace imposible obviar el hecho de que hoy el local está bastante más lleno que de costumbre.

Me acerco a la barra con mi sonrisa habitual y el chico al otro lado de ella me la devuelve con alegría.

-Ian- le saludo mientras paro la música en mi móvil.

-Amapola! ¿Que tal fue ayer tu primer día de clase? ¿Disfrutando del madrugón?

-Primero, cabrón. Segundo, mi primer día de clase es hoy, ayer solo tuvimos la charla de bienvenida.- digo resoplando - No te imaginas la pereza que me da tener que empezar un curso nuevo.

El me sonríe y hace un gesto con los brazos mostrando la cafetería

-Ya sabes que si algún día decides ser una dejada como la sociedad lo llama, Sweet Meals tendrá sus brazos abiertos a ti siempre, aunque no se si a mi jefa le hara gracia que traiga una alcoholica a mi casa la verdad.

Le pongo cara de fastidio.

-¿Piensas tomarme nota o no?

El me regala una de sus sonrisas radiantes y me hace un gesto de pistolitas con las dos manos.

-¿Cappuccino con cacao espolvoreado y una cucharada de azúcar?

-Lo tienes

-Venga, pues si me esperas un momento te lo traigo

-¡Gracias eres un sol!

Sonrio y bajo la mirada al movil.

Oigo la campanilla de la puerta y levanto la mirada para ver como el chico del otro día se acerca a la barra.

No parece haberse percatado de mi, por lo que rápidamente me giro de vuelta a la barra rezando para que no me reconozca, aunque tampoco es que destaque precisamente como para que me recuerde.

Until the lilies freezeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora