t r e i n t a y n u e v e

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Hyunjin embistió un par de veces más, sintiendo que estaba apunto de correrse, oyendo los jadeos que Felix intentaba amortiguar con su brazo, no quería acabar con el momento de placer así que hizo lo posible por soportar hasta que su esposo alcanzó el orgasmo, derramandose sobre su vientre, y en seguida salió de su interior, escuchando el quejido de este, corriendose también sobre el vientre del menor.

—¿Por qué no adentro? —reclamó con una expresión de disgusto en su rostro.

—No podemos arriesgarnos —intentó explicar, aunque sabía que probablemente sería en vano, Felix estaba en celo, no pensaba en otra cosa que no fuese procrear.

— ¿A caso olvidaste que no podré volver a embarazarme nunca más?— contestó, como si hiciese un berrinche.

Por supuesto, Hyunjin lo recordaba, pero a pesar de que lo decía un médico para él ya no había imposibles, después de todo la lucha por concebir a su cachorro también fue larga, pero se logró. Así que mejor no jugaba con el destino, su bebé apenas tenía tres meses, mejor era evitarse ese tipo de sorpresas.

—Nunca es una palabra muy fuerte, lindo — respondió inclinándose para besar su nariz —. Eso no lo sabemos del todo.

—El doctor lo dijo.

—No dudo del doctor —respondió el alfa — Pero quién sabe si a tu lobo le da la gana de cambiar de opinión y volverte el omega más fértil de la tierra, umm, mejor ser precavidos.

Felix no dejó de fruncir su ceño molesto, causándole gracia al mayor, se levantó de la cama, otra vez ante el quejido de su esposo, pero no caminó muy lejos, tomando el paquete de toallitas humedas de Niki para así poder limpiarlos a ambos.

Se acercó, pasandolo sobre su esposo primero, cuando creyó que estaba listo y totalmente limpio culminó besando sus labios necesitados, seguidamente tumbandose a su lado en la cama.

— ¿No tienes hambre? —preguntó.

El omega negó.

— Tienes que comer y mantenerte hidratado — le dijo el alfa — Creo que iré a preparar algo de comida para los dos, también...

Pero antes de decir alguna otra palabra su esposo se levantó, sentándose sobre él. Hyunjin pudo ver en sus ojos el creciente deseo de nuevo, avivando esa chispa en ellos.

No era nada extraño en los días de celo, el deseo sexual era mucho mayor que cualquier otra cosa, por lo que se reponían extremadamente rápido, listo para una siguiente ronda. Pero claro, había breves momentos de algunas horas donde la razón volvía a ellos, permitiéndoles reponerse para comer o hacer cualquier otra cosa que no incluyera únicamente al sexo.

—Olvidate de la comida y préstame atención a mí —se quejó, inclinándose a besar el cuello blanquecino de su conyugue, bajando desde allí hasta su pecho y regresando por el mismo camino hasta besar su mentón —. ¿No tienes que hacerme sentir bien, Hwang? ¿Uhm?

Hyunjin sonrió al verlo allí sobre él, mirándose como un hermoso rey autoritario, casi dominandolo (o en efecto haciéndolo) con su cabello alborotado, sus labios brillosos y rojos, tan apetecibles.

Felix era el rey de su universo y ahora estaba reclamando su trono.

—Por supuesto, amor —contestó totalmente rendido, acariciando sus muslos, subiendo sus manos hasta apretar sus nalgas.

Deteniéndose a jugar allí, apretando con el intuito de dejar sus dedos marcados, esperándo ver su obra cuando cambién de posición a la que era su favorita.

— ¿Entonces por qué me siento tan vacío? ¡Deberías remediar eso! —reclamó enarcando una de sus cejas.

—Ya veo —dijo Hwang con una sonrisa traviesa.

𝗗𝗔𝗘𝗕𝗔𝗞          |                     HyunlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora