CAPITULO 16

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Iniciamos esta historia a última hora de clases, casi salida.

Ayanokoji miraba la ventana como de costumbre, esta vez sin pensar en nada en particular solo estaba estático con el imparpadeo, sin tensión, lucha ni esfuerzo

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Ayanokoji miraba la ventana como de costumbre, esta vez sin pensar en nada en particular solo estaba estático con el imparpadeo, sin tensión, lucha ni esfuerzo. Quien sabe cuanto tiempo llevaba así. Los alumnos alrededor estaban guardando sus cosas o en carpetas agrupados con sus amigos cercanos, conversando sin llamar tanto alboroto como orden de Horikita, esta última se hallaba leyendo un libro titulado: "Adiós, muñeca" de Raymond Chandler. En general el ambiente era relajado debido a que hora antes de acabar con la clase de Chabashira, fue llamada por la escuela, dejando libres a sus estudiantes que no cuestionaron el llamado mientras no hicieran clases.

Horikita bajo el libro sobre su carpeta, parece que terminó de leer la obra. A su vez una compañera de cabello azul se acercó a Ayanokoji, interrumpiendo su atención. Horikita miró de reojo la conversación, escuchando poco más sobre planes para reunirse con sus amigos luego de clase. Si mal no recuerda eran los mismos con los que le había ordenado que formará parte de un grupo de estudio a base del examen pasado. ¿Todavía se reúnen? ¿Por qué?, se preguntó.

Viendo que la chica regresaba a su asiento, cerró el libro que tenía en manos y busco la mirada de Kiyotaka para preguntarle directamente.

—¿Sabes que ya no es necesario que te sigas reuniendo con el grupo de estudios que te ordene, verdad?

—No lo hago porque me hayas ordenado, Horikita. Somos amigos, ahora pasamos el rato de vez en cuanto,

—¿Amigos, tu? —dijo incrédula.

¿Era posible que el hombre poco sociable, con personalidad amenazante, haya logrado tal proeza?Pensó Horikita.

—¿Qué pasa, Suzune? —dijo Kiyotaka, con obvias intenciones de hacer burla—. ¿Te sorprende que no seas mi única amiga?

Horikita no titubeó a la hora de sacar su compás, apuñalándolo en una de sus piernas antes que este mostrara resistencia.

—¡Baja tu voz! —susurro, pese al estruendo movimiento.

Kiyotaka ahogó cualquier salida de molestia, pese a tener un reflejos envidiables por cualquier felino, al ver el compás se apagan de manera automática.

—Veo que la sangre se te subió a la cabeza. —continuó él, al ver su sonrojo.

—Callate.

Pese al pequeño alboroto, no llamó la atención de ningún compañero cercano.

—Está bien, Horikita, te seguiré llamando así.

—No seas escandaloso, es difícil imaginarte con amigos, eso es todo.

—Puedo decir lo mismo de ti. Ahora eres popular entre las chicas, deberías abrirte más y corresponder a sus invitaciones.

—Lo haré cuando tenga tiempo, primero la clase, luego mis estudios, y luego estoy yo, esas son mis prioridades. —manifestó ella, acompañada de mímicas delicadas.

¿Horikita o Nino?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora