Déjame morir

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Esto no es ficción, no es historia, no es invento, es la vida de alguien y me gustaría te lo tomaras con seriedad, que por una vez me oyeras (cuando la costumbre siempre ha sido que tú hables y yo escuche) y comprendieras cuan complicado me es expresar esto que tengo arraigo en mi corazón.

Te amo, eso es algo que siempre se ha sabido y de lo que no pienso ahondar. No quiero venirte a escribir un poema romántico donde endulzarte con palabras, sabes que no funciono para tal cosa y en todo caso nuestra relación nunca ha consistido en afecto y ternura. Quiero serte honesta de la única forma que puedo hacerlo, viéndote a los ojos para que así puedas ver en mí que no hay nada que no haría por ti, que arriesgaría mi mundo entero si hace falta hasta que sólo queden los cimientos de esta irrisoria ciudad porque no me importa nada más allá de tu felicidad, la cual es a su vez la causa de la mía.

Me he enfermado (no en el sentido literal) de ti, y es lo único constante en mi vida junto con esta sensación de fracaso que traigo encima, ocupas mis pensamientos y eso me gusta porque me ayuda a no centrarme en el resto de cosas. Me gusta pensarte porque me ayuda a no pensarme y sé que tú dirás ¿no te estás haciendo daño al convertirme en el centro de tu vida? Y lo cierto es que sí lo hago porque me importa una mierda destruirme e idealizarte con tal de tener algo a lo cual aferrarme.

Quiero arrancarme la piel y no por una causa poética y melodramática para plasmar en un texto, aunque sí me atrae el como suena la idea de cortarme en trozos de carne diminutos para que tú sostengas entre tus manos y me hagas un ser humano nuevo, perfecto, en lugar de un contenedor de grasa y carne a la que le quedan sobrando partes y produce asco ante los ojos de la gente.

Tú eres el único que me hace tener una visión hermosa de mi misma, amo mirarme a través de tus ojos incluso cuando todo lo ves tan distorsionado y te has colocado un filtro que te impide verme por quien realmente soy. Me pregunto si me seguirías amando sin el filtro de por medio, ¿o te daría tanto asco que, así como yo al verme en el espejo, vomitarías hasta vaciar tu estómago y escupirías insultos de los que soy bien merecedora? No te culparía, de no ser por tus ojos empeñados en mantener la perspectiva romántica de las cosas hace mucho te habrías mortificado ante el hecho de tenerme tan cerca.

¿Te aterraría? Lo más probable es que sí, temblarías lleno de repulsión y del miedo pensando que has fornicado con un animal gordo y feo al que le guinda la piel de las mejillas, de los muslos y la panza. Me cortaré cada parte sobrante y desagradable de mi con tal de convertirme en la mujer que necesitas, dejaré de alimentarme hasta que mis huesos se marquen si de este modo obtengo tu eterno afecto.

Mataría por ti, pero todavía es un hecho más palpable que si así me lo pides moriría por ti, gozando día tras día la desaparición de los excesos, del mal aliento y la acidez hasta llegar a convertirme en la muñeca de cristal que algún llegué a ser. Imagino tus manos en mi cintura y me estremezco ante la idea de que te cueste encontrarme por culpa de curvas en zonas equivocadas.

Quiero ser hermosa y la belleza se define con números, he decidido que para ser merecedora de tu amor necesito un cuarenta y cinco. El cincuenta es excesivo y si llegas a cincuenta estás cerca de cincuenta y cinco, lo que a su vez te acerca al sesenta y del sesenta al setenta sólo hay diez escalones muy cercanos entre sí. Pienso suicidarme si llego a cincuenta para así no preocuparme por los escalones restante.

Para este punto ya te habrás dado cuenta que te uso de pretexto, que no te necesito para arruinarme (aunque me encanta como se siente) porque tú no entiendes de lo que estoy hablando y creerás que me carcome un sentimiento de culpa inexistente, que he enloquecido y no pienso con claridad porque tengo una visión distorsionada de un cuerpo que veo tal cual es. Pregúntame lo qué se que quieres preguntar, te contestaré con sinceridad.

Comer es un acto aberrante, usamos los dientes para transformar el alimento en una pasta vizcosa y ensalivada que no se distingue del resto de bocados que damos. Masticas, machacas la comida, la conviertes en la textura más repulsiva imaginable y luego tragamos, sólo para repetir el proceso una y otra vez hasta que morimos. No le veo la gracia así como tampoco el libre albedrío al asunto, ¿como se supone tengamos el control de nuestras vidas cuando nuestro propio cuerpo nos ata a cometer actos tan desagradables?

No quiero comer nunca. Me pone gorda, me estresa, me da una sensación fea en la boca de la que quiero deshacerme permanentemente. También me gustaría decir que no digo esto para hacerte sentir mal pero estaría mintiendo, quiero conocer mis límites y comprobar cuan genuina es tu preocupación así como del grupo de personas que osan a llamarme su familia.

Tengo el control de esto.

Me repito cada día, feliz conmigo misma, plena, gozando de la primera cosa en la cual nadie me ha obligado sino que he sido yo misma actuando conforme mis deseos personales.

Tengo el control de esto.

Y se siente exquisito aunque ya no puedo hacer ejercicio como antes sin agotarme, me encanta mi cuerpo esquelético y la sensación de frío, sed y acidez que le acompaña.

Tengo el control de esto.

Y no tengo miedo de confesar que si me da la puta gana, espero me permitas morir de hambre respetando mi decisión. Si no mentiste al decirme que me amas y tengo el derecho a decidir sobre mi vida, entonces sé tú quien calle a los demás cuando intenten interferir y dejame ir, amor mio, a desfallecer ante tus brazos como la mujer perfecta que siempre anhelaste para tu vida.

Déjame ser una chica de cristal. Sólo te pido eso.

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⏰ Última actualización: Sep 14, 2023 ⏰

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Lover of mine | one shots Aruannie.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora