Capítulo 6
Impulsado únicamente por su sed insaciable de venganza y justicia, Ferald cabalgaba como un demonio desbocado directamente hacia la tenebrosa ciudadela del Rey Lich Varashes. No le importaban las legiones de monstruosidades no-muertas que sin duda custodiaban los dominios del tirano. Estaba más que dispuesto a morir con tal de llevarse consigo a tantos secuaces del mal como le fuera posible.
Tres días y tres noches cabalgó sin descanso, deteniéndose sólo brevemente para dar de beber a su montura. Cruzar las desoladas Tierras Predicas había resultado sorprendentemente sencillo. Quizás la extrema confianza en su supremacía había vuelto descuidado incluso al poderoso Varashes. Pero pronto aprendería su error fatal.
Ferald ya ni siquiera intentaba dormir cuando se veía forzado a detenerse por unas horas. Cada vez que cerraba los ojos veía de nuevo el campamento destruido, y los rostros sin vida de sus compañeros mutilados. Y en medio de las llamas, la imagen de Alston extendiendo su mano hacia él antes de desvanecerse entre las cenizas...
Esa visión le había robado para siempre la capacidad de conciliar el sueño. No descansaría hasta alcanzar el reino del mal y contemplar su destrucción con sus propios ojos. Luego, quizás, podría dormir finalmente en paz abrazado a la muerte.
Al cuarto amanecer, las torres corroídas del castillo de Varashes se recortaron contra el horizonte, irguiéndose amenazantes. Legiones enteras de criaturas repulsivas custodiaban los alrededores.
La peste a muerte se percibía kilómetros a la redonda. Pero nada de eso hizo mella en la determinación de Ferald. Desenvainó su espada y espoleó a su montura hacia las hordas, soltando un grito de guerra ensordecedor. Si esta era su última batalla, moriría como un verdadero guerrero elfico.
Las hideosas criaturas se arremolinaron para interceptarlo. Ferald cargó espada en mano contra un regimiento de esqueletos, sembrando la muerte a diestra y siniestra. Los huesos crujiendo y las armas entrechocando enfervorecían sus ansias de batalla.
Pronto fue rodeado por decenas de no-muertos sedientos de sangre fresca. Combatió hasta que sus músculos ardían y el sudor cegaba sus ojos. Pero seguía de pie, desafiante, a pesar de las numerosas heridas recibidas. Un verdadero elfo del bosque no caería tan fácilmente.
De pronto, una flecha silbó surcando el aire y se clavó justo entre las costillas de Ferald, haciéndolo caer de rodillas. La punta estaba untada con un letal veneno paralizante. A su alrededor, los monstruos aullaban de júbilo ante su inminente captura.
A pesar del entumecimiento rápidamente extendiéndose por su cuerpo, Ferald blandió la espada en un postrer intento de defenderse. Pero fue en vano. Lo desarmaron y golpearon brutalmente, para luego arrastrarlo encadenado hacia las mazmorras del castillo.
Una vez dentro, lo arrojaron sin miramientos a una celda abarrotada de otros prisioneros escuálidos y demacrados. Todos tenían la mirada perdida y el aspecto de no haber visto el sol en mucho tiempo. Ferald se acurrucó en un rincón sombrío, repasando mentalmente una y otra vez cada detalle de su plan de fuga.
Primero debía conseguir romper las cadenas con la piedra afilada que siempre llevaba oculta en su bota. Luego neutralizar al carcelero cuando éste se acercara a azotarlo. Robarle las llaves y liberar a los otros prisioneros para sembrar confusión. Finalmente, buscar a Alston celda por celda de ser necesario y escapar juntos o morir en el intento.
Absorto en sus pensamientos, no se percató en un primer momento que, en la penumbra del rincón opuesto, un demacrado elfo de largos cabellos castaños lo observaba fijamente con una mezcla de esperanza y dolor dibujada en sus otrora radiantes facciones. ¿Podía ser cierto? ¿Había sobrevivido de algún modo a la matanza?
De pronto sus miradas se cruzaron y el tiempo pareció detenerse. Sin emitir sonido, se abalanzaron el uno hacia el otro y se fundieron en un abrazo desgarrador, incapaces de creer que habían sido reunidos de nuevo. Las lágrimas bañaban sus sucios rostros mientras se aferraban con fuerza, temiendo que el otro se desvaneciera en el aire en cualquier momento.
Pero era real. Ambos estaban vivos y juntos de nuevo contra todo pronóstico, aún en las mismísimas entrañas de la oscuridad más absoluta. Y mientras permanecieran lado a lado, la llama de la esperanza y el amor en sus corazones no se extinguiría jamás.
Separándose levemente para mirarse a los ojos, se sonrieron con complicidad. Sabían exactamente lo que el otro estaba pensando sin necesidad de mediar palabra. Juntos hallarían la manera de escapar de allí. Y pasara lo que pasase, hasta el final, estarían el uno junto al otro. Nada ni nadie podría separarlos ahora que el destino los había reunido.
Tomados de la mano como en sus tiempos felices de antaño, idearon un nuevo plan para recuperar su libertad, o morir en el intento...
Y en su oscuro trono, ignorante de la reunión de los amantes, el arrogante Rey Lich Varashes celebraba su victoria creyendo haber aplastado toda resistencia. Pero el espíritu inquebrantable del amor verdadero es capaz de imponerse sobre cualquier adversidad. Y muy pronto lo comprobaría...
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La Espada del Rescate (LGBTQ)
Fantasy"Adéntrate en un mundo de fantasía donde el amor y la aventura se entrelazan de manera mágica. Ferald y Alston, dos jóvenes elfos que comparten un amor puro y profundo, viven en el apacible reino de Lumière. Pero su idílica vida se ve amenazada cuan...