Que Comienze La Desesperacion

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Capítulo 11

Habían transcurrido ya casi tres décadas desde aquella épica e histórica batalla donde Alston y la heroica Alianza de los Pueblos Libres lograron derrotar aparentemente al malvado Rey Lich Varashes, dando sus vidas en el proceso para asegurar un futuro de renovada esperanza para las generaciones venideras.

Gracias a su sacrificio, poco a poco la vida y la bendita luz fueron regresando de forma paulatina pero constante a esas extensas y fértiles tierras anteriormente tan devastadas tras casi un siglo entero de ser implacablemente azotadas por la interminable oscuridad, las sombras y el tormento perpetuo de la muerte.

Los escasos pero resilientes sobrevivientes de todas las razas, etnias y clanes ahora trabajaban completamente unidos codo a codo, sin distingos, como verdaderos hermanos, construyendo juntos nuevas y prósperas aldeas, cultivando fértilmente las tierras en común, compartiendo equitativamente el fruto de las cosechas y erigiendo montículos, senderos conmemorativos y monumentos de piedra por doquier para honrar perennemente la memoria de los muchos miles de valientes guerreros caídos en la cruenta batalla final.

Ese profundo foso de desconfianza mutua, fanatismos ciegos, odios ancestrales y recelos infundados que otrora separara tan marcadamente a los pueblos de elfos, enanos y humanos durante eras incontables, negándoles incluso concebirse como iguales, se había transformado por fin, tras el sacrificio compartido, en un sólido puente de sincera esperanza, entendimiento, compasión y verdadera unión entre todas las razas y clanes, que por vez primera eran capaces de vislumbrar juntas un futuro compartido de armonía.

Al haberse convertido con el implacable paso de los años en una visión ya familiar y tranquilizadora para todos los habitantes de las nuevas aldeas y poblados que resurgían entre las cenizas del terror, la imponente figura solitaria de un envejecido pero aún indomable Ferald, siempre montando guardia vigilante sobre las murallas reconstruidas o patrullando incansable los caminos y senderos con la legendaria Espada de Luz mítica eternamente ceñida al cinto, se había erigido gradualmente en un verdadero símbolo viviente de la constante e inacabable lucha ancestral de la Luz contra las eternas e inevitables fuerzas de la Oscuridad.

No obstante, a pesar de su entereza inquebrantable ante el mundo y de continuar estando siempre presto al combate, en el fondo, las noches de soledad frente a la chimenea de su cabaña seguían constituyendo los momentos más difíciles y dolorosos para el atribulado espíritu del elfo.

Sentado en contemplativo silencio, mirando fijamente cómo el fuego consumía lentamente los leños entre chisporroteos, inevitablemente su mente terminaba por evocar nostálgica una y otra vez los hermosos recuerdos que aún atesoraba celosamente de los tiempos de antaño que compartiera junto a su amado Alston, reviviendo con lujo de detalles su melodiosa risa, el roce de sus manos, la calidez de sus abrazos, la dulzura de sus besos...

Incluso luego de tanto tiempo transcurrido, una parte fundamental del alma de Ferald se había extinguido para siempre aquel fatídico día junto a su compañero de vida y sueños. Pero a pesar de la aura de tragedia, se mantenía siempre firme en su inflexible propósito de proteger a toda costa ese renaciente mundo de paz y armonía que ambos alguna vez soñaron construir unidos, y que ahora se desvanecía lentamente entre las brumas del tiempo, como las memorias de un lejano ayer feliz vueltas cenizas dispersadas por el viento del olvido.

Un soleado mediodía, mientras cabalgaba pausadamente de regreso hacia su cabaña luego de investigar unos extraños y verdaderamente siniestros sucesos y avistamientos que le habían sido reportados últimamente en las cercanías de las escabrosas Montañas del Colmillo Helado, una fortísima explosión sacudió completamente el horizonte, resonando entre las colinas como un trueno y haciendo retumbar la tierra con violencia por kilómetros a la redonda, al tiempo que una gigantesca columna de negro humo se elevaba rápidamente hacia el cielo, oscureciendo por completo el sol de la tarde e infundiendo pavor en todas las criaturas cercanas.

La Espada del Rescate (LGBTQ)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora