Una Chispa De Esperanza

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                         Capitulo 7

Tras días enteros de brutal tortura a manos de los sádicos carceleros no-muertos, Ferald y Alston finalmente lograron escapar de las mazmorras del Rey Lich Varashes mediante una arriesgada fuga que les costó muy cara.

Malheridos y exhaustos, deambulaban apoyándose el uno en el otro por los agrestes páramos desolados que rodeaban la tenebrosa ciudadela, buscando desesperados un lugar donde refugiarse y recuperar fuerzas.

La salvaje golpiza de Varashes por haber osado desafiar su autoridad había dejado a Alston al borde de la muerte. Sólo la terca determinación de Ferald por salvar a su amado lo había mantenido con vida hasta ahora.

Pero ambos sabían que no duraría mucho más sin recibir un tratamiento curativo urgente. Necesitaban encontrar ayuda especializada o la luz de Alston se extinguiría para siempre en cuestión de días.

Tras vaguear penosamente toda la noche, al amanecer llegaron extenuados a una pequeña cabaña de madera oculta en lo profundo del bosque. Sin aliento, llamaron a la rustica puerta rogando por asistencia.

Para su alivio, quien les abrió no fue otro que Emrys, un anciano hechicero ermitaño cuya sabiduría y poderes curativos eran legendarios en la región. Les brindó agua y alimento, y procedió a examinar cuidadosamente a Alston, aplicando ungüentos y recitando hechizos en élfico antiguo.

Tras largas horas de tratamiento, finalmente declaró que había logrado estabilizarlo, pero la recuperación sería muy prolongada y exigente, ya que extrañamente algo en la fisiología de Alston reaccionaba de manera singular a la magia.

Mientras Alston dormitaba débil pero ya fuera de peligro, Ferald contó al anciano toda la trágica historia del exterminio de los rebeldes a manos de Varashes. Emrys escuchaba consternado, sacudiendo la cabeza.

—Mucho me temo que la vil ambición de Varashes no tiene límites —sentenció—. Debemos detenerlo cuanto antes o su mal se esparcirá como una plaga sin freno.

Dicho esto, el anciano condujo a Ferald a una recóndita caverna oculta bajo la cabaña, que resultó ser el acceso a una fabulosa biblioteca con miles de tomos de arcana sabiduría.

—Aquí hallarás el conocimiento necesario para derrotar al tirano —aseguró—. Busca en los pergaminos ancestrales la leyenda de la Espada de Luz, forjada por los héroes de antaño para vencer al primer Rey Lich hace milenios. Puede ser la única esperanza.

Durante días, Ferald estudió sin descanso los pergaminos antiguos, buscando cualquier pista sobre el paradero de la legendaria Espada de Luz. Mientras tanto, Alston se recuperaba lentamente, y Emrys investigaba extrañado por qué su sangre élfica parecía tan singular.

Hasta que una noche, revisando antiguos grimorios sobre linajes élficos ancestrales, Emrys dio con una pista fundamental:

—¡Eureka! Aquí está: tu sangre pertenece a la antigua casa real de Rivendel, la estirpe más pura de los Altos Elfos! Creímos que ese linaje se había perdido siglos atrás, pero tú debes ser su último descendiente vivo. Eso explica por qué eres el único capaz de blandir la Espada de Luz cuando la hallemos. Estás predestinado.

Conmocionado por este descubrimiento, Alston se esforzó por asimilar que en sus venas corría sangre de la realeza élfica. Eso lo volvía aún más importante encontrar la legendaria espada para derrotar a Varashes y restaurar la paz.

Finalmente, luego de semanas de meticulosa investigación, Ferald dio con una enigmática referencia a un templo perdido en las Montañas Gélidas del norte. Todo indicaba que allí podía hallarse oculta la increíble Espada de Luz.

Sin perder tiempo, y con Alston ya bastante recuperado gracias a los cuidados de Emrys, la pareja partió siguiendo el ancestral mapa hacia las heladas montañas, en busca del arma capaz de acabar con la amenaza de Varashes para siempre.

Tras duras jornadas atravesando parajes congelados, al fin dieron con la entrada secreta al Templo, oculta tras una cascada de hielo. Descendieron iluminando el camino con antorchas, hasta llegar a una cavernosa cripta cubierta de escarcha.

Y allí, después de milenios perdida, yacía incrustada en una peana de mármol la majestuosa Espada de Luz, su hoja de acero élfico despidiendo un resplandor celestial. Con manos temblorosas, Alston la extrajo de la piedra, sintiendo como la empuñadura se amoldaba perfectamente a su mano.

Por primera vez desde la tragedia, una chispa de esperanza se encendió en los corazones de los amantes. Ahora, finalmente, tenían una oportunidad real de acabar con la maldad de Varashes. Pero la batalla decisiva estaba aún por librarse. Y debían estar preparados para enfrentar la oscuridad una vez más...

La Espada del Rescate (LGBTQ)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora