La Espada De La Luz

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                          Capítulo 8

Tras escapar por muy poco de las garras del tiránico y despiadado Rey Lich Varashes, Ferald y Alston se encontraban ahora refugiados temporalmente en la pequeña pero acogedora cabaña del venerable hechicero y ermitaño Emrys, ubicada oculta en lo profundo del Bosque Ancestral.

Mientras Alston se recuperaba con extrema lentitud, día a día, de las múltiples y mortales heridas sufridas durante el escape, Ferald revisaba con desesperación cada pergamino y libro en la vasta biblioteca de Emrys en busca de algún conjuro o ritual mágico poderoso capaz de derrotar al malvado Varashes de una vez por todas y para siempre.

Lograr fugarse de las mazmorras subterráneas del castillo de Varashes les había costado tremendamente caro a ambos. Alston había quedado literalmente al mismo borde de la muerte tras la salvaje golpiza propinada despiadadamente por el Rey Lich en persona, como castigo por haber osado desafiar su supuesta autoridad absoluta e intentar revelarse.

Únicamente la terca determinación de Ferald por salvar la vida de su amado a como diera lugar había logrado mantener el débil soplo vital de Alston hasta encontrar refugio en el hogar del sabio Emrys. De otra forma, sin duda el elfo de cabellos castaños habría exhalado su último aliento miles de kilómetros atrás.

Pero muy a pesar del intenso alivio inicial por haber escapado con vida de las fauces del mal, ambos jóvenes amantes eran más que conscientes de la durísima realidad: Alston estaba lejos de estar fuera de peligro. Sus múltiples lesiones internas requerían con urgencia un tratamiento curativo místico avanzado para tener alguna esperanza de sobrevivir.

De no encontrar ayuda especializada en los próximos días, la débil flama de la vida que aún ardía en el interior del lastimado cuerpo de Alston se extinguiría inexorablemente. Y Ferald se negaba a siquiera considerar esa posibilidad. No después de todo lo sufrido. Una existencia sin Alston sería eterna noche sin luna ni estrellas para él.

Así, luego de vagar penosamente durante toda la noche a paso extremadamente lento a través de los desolados e inhóspitos páramos que rodeaban la tenebrosa ciudadela del Rey Lich, el alba encontró a la agotada pareja de elfos finalmente ante una pequeña y sencilla cabaña de madera parcialmente oculta en la espesura del Bosque Ancestral.

Totalmente sin aliento, Ferald llamó desesperado a la rustica puerta de madera, golpeando una y otra vez, implorando en voz muy alta por cualquier ayuda que los habitantes pudieran brindarles.

Para su infinito alivio, quien les abrió la vieja puerta no fue otro que Emrys en persona, un anciano hechicero ermitaño cuya profunda sabiduría arcana y extraordinarios poderes curativos eran precisamente legendarios en toda la extensa región.

- Por favor... se lo suplico, ayúdenos... mi amado Alston está al borde la muerte...- explicó Ferald con voz quebrada por la angustia, sosteniendo el cuerpo totalmente inconsciente de Alston entre sus temblorosos brazos.

- Tranquilos muchachos, respiren profundo. Están a salvo ahora. Pasen rápido adentro - los calmó amablemente Emrys, indicándoles que entraran sin demora a la seguridad de la cabaña con un gesto lleno de bondad.

Con extremo cuidado, Ferald y Emrys recostaron a Alston sobre unos suaves cojines y lo cubrieron con frazadas mientras el anciano hechicero les alcanzaba tazas de agua fresca y un poco de pan dulce para recomponer sus energías.

Luego de comer unos pocos bocados, Emrys procedió a examinar minuciosamente al malherido Alston, aplicando sobre las numerosas y graves heridas de su torso y espalda diversos ungüentos y bálsamos de su elaboración, al tiempo que entonaba en voz baja complejos hechizos curativos en una musical lengua élfica ancestral ya olvidada por casi todos.

La Espada del Rescate (LGBTQ)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora