CAPITULO 1 ESCAPA

7.5K 345 13
                                    

"Corre, Corre", su mente le gritaba

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

"Corre, Corre", su mente le gritaba. "No te detengas, Arabella". Impulsó aún más fuerte sus cansadas piernas para ir más rápido. El cuerpo le pedía un descanso, que parara, pero no podía hacerlo, tenía que alejarse de ellos tanto cómo pudiera, si quería vivir.

Bajó a las corridas la escalinata empujándose entre la ajetreada multitud de personas. El último silbido del tren se escuchó avisando que se dieran prisa para abordar. Con el corazón latiéndole como loco en el pecho, se apresuró a alcanzarlo. Un señor ayudaba a subir a una anciana con bastón. Parecía que el tiempo no avanzaba. Buscó la siguiente entrada y la encontró vacía. Prácticamente voló los dos escalones y finalmente estaba dentro del tren.

Exhaló con alivio mientras caminaba por el vagón. Había mucha gente. Era normal dado que era el mediodía. Pasó entre los pasajeros parados, e hizo su esfuerzo por evitar las miradas raras que le daban. No le costaba imaginarse el por qué. Era un desastre, la trenza de cabello coronando su cabeza en una media coleta estaba casi completamente desarmada, estaba sudada, olía, su vestido floreado había sido desgarrado en la falda al engancharse y había pisado un charco empapándose de lodo toda la pierna izquierda. Probablemente pensaban que era una loca que se escapó del manicomio o algo.

No hizo caso a las miradas y continuó avanzando por los vagones. Su pie cansado tropezó con algo. Se enderezó mirando sobre su hombro para ver con qué, cuando se encontró con la mirada enfadada de un niño de 9 años. Estaba sentado junto a su madre quien contemplaba distraídamente por la ventanilla de su lado. El pie del chico estaba hacia fuera con la intención de hacer caer a alguien, pero la manera en que la miraba, recelosa, como si ella hubiera tenido la culpa de haber tropezado con su pie puesto para ello, como si ella fuera responsable de todo lo malo que pasaba en el mundo. Flashes de recuerdos de estar en su departamento en el tercer piso, escapándose por la ventana a la escalera de incendio, gritos enfadados de las personas, llegaban de todas partes alzándose por su edificio, cada vez con más fuerza, con más furia, como llamas queriendo consumirla y quemarla. "¿Por qué todos la culpaban a ella?"

Alguien gritó:- ¡Boletos!- arrancándola del aterrador recuerdo. Se volvió y vio al mismo hombre que antes había ayudado a la anciana a subir, pasando por los asientos y personas paradas pidiendo los boletos. Soltó una maldición entre dientes. No tenía uno. Ni se le había cruzado por la cabeza cuando vio el tren, lo que ahora era un pensamiento estúpido porque la haría bajarse. Continuó avanzando mientras su cerebro pensaba algo. El tren empezó a sacudirse en señal de que estaba arrancando. La voz del señor se iba a acercando. Ella sudaba cada vez más de los nervios. "Vamos, Arabella, piensa, piensa", se presionaba, pero nada. Llegó al final de último vagón y allí quedó.

-¿Boletos?-le pidió la voz del anciano a su espalda.

Ella no se movió, sus manos se agarraban fuertemente de la manija de la puerta, sopesando la idea estúpida de saltar o voltear y confrontar al hombre. Quizás podría usar sus encantos y convencerle de que le deje estar.-Señorita, sus boletos, por favor.-le pidió de nuevo, ahora su tono menos amable. No, sabía que ya, sus posibles encantos no harían efecto. Involuntariamente, su mano empezó a girar la manija cuando una voz, dijo:-Aquí están.-

Huyendo a los brazos del CEODonde viven las historias. Descúbrelo ahora