Estaba ayudando a pelar chauchas a Georgiana. Había terminado de darle la clase de la tarde a Violet y su padre se había aparecido de improvisto y llevado a la ciudad para lo que llamó una cita padre-hija. Violet estaba entusiasmadísima. Ella sospechaba que tenía algo que ver con lo de la pasada noche, pero no abrió los labios para nada. No le había vuelto a hablar desde entonces y él tampoco parecía molestarse en querer hacerlo. En resumen, se evitaban el uno al otro.
Marion y Sarah entraron atropelladamente a la cocina. Sus risas resonando. Georgiana les reprendió:-¿No tienen nada mejor qué hacer? Desaceleren o van a terminar en el estofado.-
Ambas se detuvieron, la miraron un segundo antes de explotar en risas más fuertes. Volvieron a irse por donde entraron. Carrie vio de pasada que Marion tenía en sus manos un papel pero Sarah se lo arrebató y salió corriendo para que la persiguiera.
Georgiana chasqueó la lengua desaprobatoriamente volviendo a lo suyo.
Largo rato después, la puerta de la cocina se abrió con otro atolondrado Finn, el muchacho joven aprendiz de mayordomo, entró todo jadeante y sudado. Se apoyó con ambas manos en la mesa donde ellas pelaban verduras.- ¿Y, ahora, Finn, cuál es el problema?-
Siempre tenía algún problema que no podía resolver y necesitaba a alguno de ellos para solucionarle o rescatarle, como la última vez que quedó atrapado bajo la podadora porque estaba aburrido y se puso a jugar con la máquina y se tumbó. Entre los jardineros tuvieron que sacarle de debajo.
Se agarró el pecho como si no pudiese respirar.-El señor...-jadeaba.
-¿Qué pasa con él?-le preguntó Georgiana con tono aburrido, sin dejar de mirar a las chauchas que limpiaba.
Carrie empezó a tener una desagradable sensación de temor en las tripas. Quizás había pasado algo con Tresillian o Violet. Quizás habían tenido un accidente.
-¡Dilo de una vez, Finn!-exclamó, y tanto Finn como Georgiana le miraron con los ojos abiertos de par en par.
La boca de Finn tartamudeó. Alzó la mano apuntando con el pulgar detrás suyo.-El señor Black va a hacer una fiesta y quería que supieras para que le dijeras...-miró a Georgiana.-cuánto necesitabas de comida para ordenar.-
Un gigantesco alivio recorrió su cuerpo al saber que estaban bien, los músculos de su cuerpo se relajaron y el tenso agarre del cuchillo en su mano, se aflojó. Mientras ahora era Georgiana quién entraba en pánico: -¡¿Que qué?! ¡¿Un banquete?! ¡¿Para cuándo?!-
-Mañana.-susurró el chico como si temiera que Georgiana le lanzara las chauchas a la cabeza.
-¡Imposible!-exclamó levantándose.- ¡¿Qué piensa que soy, la mujer maravilla?!-se giró, encaminándose al cuarto dónde se almacenaba comida seca y especias. Se la oyó haciendo cuentas mentales. -¡¿Para cuántos comensales?!-gritó desde el interior del cuarto.
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Huyendo a los brazos del CEO
RomanceArabella McKenna huye de la horda de gente enfadada que demanda que pague por los pecados de su padre, una terrible tragedia que sacudió toda la ciudad, pero su mala suerte no termina allí, en el tren que aborda, hace una amiga, la primera que la tr...