CAPITULO 4 ¿TREGUA?

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Era un día caluroso y soleado

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Era un día caluroso y soleado. Estaba recostada contra un árbol contemplando la maleza suavemente moverse con la brisa. Habían pasado casi tres semanas de su pequeña confrontación con el Señor Black y cada día se había recriminado cada palabra que dijo, no porque hubiera dicho algo mal, sino porque no era en su naturaleza ser desafiante y respondona, sabía cuál era su lugar sin necesidad de que nadie se lo mostrara, pero cuando él le hablaba, de esa manera brusca, algo en su interior se rebelaba, como si debiera domar a la bestia. Jamás había experimentado algo parecido.

-¡Éste!-Violet saltó a su lado con el libro que había elegido para que le leyera. Se acurrucó a su lado. Carrie la rodeó con su brazo y la estrechó pese al calor.

-Muy bien, empecemos.-lo abrió y empezó leyendo la primera oración cuando oyó pasos acercándose. Alzó la mirada del libro y sus ojos se abrieron como platos cuando vio al Señor Black caminando hacia ellas.

Violet la miró a ella porque no leía, y luego miró hacia su padre. Su rostro se iluminó como una lamparita.- ¡Papi!-se levantó de un brinco y corrió.

Él se agachó abriendo los brazos para recibirla. La alzó y giró. Le dio un beso en la mejilla. Violet reía muy feliz. Esa imagen casi endulzó cada pensamiento feo que tenía de él.

Se detuvo, y dejó a Violet de nuevo en el pasto, pero no soltó su manito. Sus ojos se fijaron en Carrie mientras caminaba a ella.- ¿Puedo sumarme a vuestra sesión de lectura?-

No estaba segura de si esa pregunta estaba destinada para Violet o ella, pero Violet saltó chillando eufórica:-¡Sí, sí!-

Se volvió a acomodar a su lado con el señor Black sentado en canasta con ella en su regazo. El hombro de él se rozó con el de ella y ése pequeño toque despertó extrañas emociones en su vientre, que le hicieron difícil concentrarse en la lectura.

No llegaron a la mitad del libro, que Violet se quedó dormida en sus brazos. Un silencio se prolongó mientras contemplaban la naturaleza.

Ella volvió el rostro a él, al mismo tiempo que él lo hacía.-Señorita, Woods...-empezó a la vez que ella con:-Lo siento...-

Se callaron y miraron. Él se sonrió y eso aligeró un poco el momento.- ¿Por qué está siempre disculpándose?-le preguntó él.

Desvió la mirada.-No lo sé, siento que debo.-contestó.

Silencio. Podía sentir los ojos de él fijos en su cara.

-Ser capaz de bajar la cabeza y disculparse, aun cuando no ha hecho algo malo, es algo admirable...-dijo, y ella encontró su mirada de nuevo.-como estúpido.-terminó de decir.

-Discrepo, pero está bien.-

Él se rió con ganas.-Me gusta su vena peleadora, señorita Woods. –se inclinó unos centímetros a ella.- ¿O, puedo llamarla Carrie?-

Huyendo a los brazos del CEODonde viven las historias. Descúbrelo ahora