CAPITULO 10 VERDADES DEVELADAS, MENTIRAS ENTERRADAS

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Pasó otra semana, y si bien, la salud de Carrie progresaba, su humor iba para abajo, bien abajo

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Pasó otra semana, y si bien, la salud de Carrie progresaba, su humor iba para abajo, bien abajo. Lo que era totalmente descorazonador. El hospital, por más cuarto de lujo con todas sus comodidades como un hotel cinco estrellas, no era su hogar. Por lo que, pese a ir contra a sus propios deseos, le prometió que hablaría con los médicos e intentaría convencerles para que terminara el reposo en casa. Contratarían una enfermera y harían tantas visitas al hospital como fueran necesarias, pero Carrie tenía que salir de allí antes de que terminar de marchitarse. Los doctores dijeron que le darían su decisión luego de hacer unos estudios más, y por eso él la estaba ayudando a levantarse de la cama y sentarla en la silla de ruedas, que se rehusaba usar. Clamaba no ser inválida, pero la fractura en su cráneo decía otra cosa, y él le ponía esa cara, con el labio afuera, tocando su vena sensible, y se salía con la suya.

-Oh, espera.-dijo ella de pronto.-Tengo que hacer pis.-

-Vale.-con el brazo alrededor de su cintura, la acompañó hasta el cuarto de baño.

Él vio el espejo del botiquín, y maldijo. ¿Cuántas veces le había pedido a la enfermera que quitara la maldita cosa? La primera vez que Carrie se vio reflejada y descubrió el rapado que los doctores le habían hecho para hacer la operación, no soltó ni una sola lágrima como una campeona, pero él notó la tristeza en sus ojos. –Es pelo.-ella le decía, pero él la conocía, y siendo mujer, era comprensible sentirse...agraviada.-Crece. Y, tengo un crecimiento muy veloz. Tengo que recortarlo dos veces por mes. De veras.- Él suspiraba a eso, y le besaba en la sien, sin saber qué más decir. Sabía que estaba triste, pero quería ser valiente, pues, entonces, él también lo sería.

Ella se levantó la falda de la bata y él la ayudó a sentarse. Le dio su momento de privacidad aprovechando para refrescarse el rostro en el lavabo. Oyó la cadena y tomó una toalla para secarse la cara. Se volvió y la encontró ya de pie acomodándose la falda. Él le tendió su brazo y ella con una sonrisa, envolvió su brazo alrededor.

Dejó que la enfermera se llevara a Carrie en la silla de ruedas, y él se resignó en una de las sillas del corredor a esperar. Pasada una hora, Carrie volvió. Estaba sonriente.-Hay buenas.-dijo.

La enfermera que empujaba la silla en cambio dijo:-El doctor dijo próspero prospecto, señorita Woods.-

Carrie resopló.-Son palabras técnicas para decir que me voy a casa.-y su sonrisa se hizo más grande.

La mujer rodó la mirada riéndose y le dejó a él el lugar tras la silla para empujar.-Pues, si es así, entonces, quizás podríamos tomar un helado para celebrar, ¿qué dices?-

Ella aplaudió.-¡Sí! Hace rato que tengo antojo de una bocha de menta con chocolate. ¿Cómo es que me lees el pensamiento, tirano?-

Sonriéndose, él se agachó para hablarle al oído.-Porque te conozco muy, muy bien, mi pequeña vikinga.-

Ella rió.-¿Vikinga?-

Empezó a rodar la silla para ir a las puertas que daban al jardín del hospital.-Claro, eres fuerte y valiente como una vikinga.-

Huyendo a los brazos del CEODonde viven las historias. Descúbrelo ahora