Tom Kaulitz, un asesino muy temido, fue arrestado por la policia mas ágil de la ciudad, Daisy Richter.
Tom es un chico bastante directo, coqueto y seductor, con todas las chicas y Daisy, aun que fuese quien lo arrestó, no sería la excepcion, ¿Seria...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
—Bien... ¿Como te sientes?– Preguntó la enfermera.
—Pues... bien... pero algo confundido– dijo Tom, bajando su cabeza, un poco apenado pero manteniendose firme.
—¿Por qué?
—Es que... Hay una chica, que al inicio la odiaba, pero ahora hasta me gusta estar con ella... me parece muy atractiva y-
—Y te gusta.– Interrumpió la enfermera con una sonrisa de oreja a oreja.
—¡No! Que asco... Quiero follarla, pero no se como... ¡no me deja ni tocarla!– habló recordando a Daisy.
—¿Es Daisy?– preguntó dando saltos de emocion.
—¿Como lo sabes?
—Es la unica que no se deja tocar, entre otras policias, pero ella es la mas conocida y la mas atractiva.– Ella se pusó a pensar y agarró la caja de algodones, dejando unos 20 y los otros los botó en el basurero.– Tengo una idea.
—¿Que haces?...– Preguntó Tom, mirandola atentamente.
—Tu solo observa.– contestó saliendo de la sala y dejandolo encerrado.
Pasaron unos cuantos minutos y llegó Daisy, al entrar, cerró la puerta con seguro, se acercó a Tom y se sentó a su lado.
—Dais...
—Yo te echaré el alcohol, Isabella tuvo que ir a comprar mas algodones, pero supongo que con esto alcanzará.– Ella le echó alcohol a un algodon y se acercó a Tom.
El la miraba a los ojos mientras el algodon estaba siendo pasado por todas sus heridas, le dolía un poco, pero le dolia mas la confusion que sentía en ese momento.
—¿Podrías ser mas cuidadosa, por favor?– le preguntó Tom.
—Claro... Perdon...– Ella observó detalladamente sus facciones mientras limpiaba la sangre y las heridas.
El se corrió y la tomó por su cintura, la atrajo hacia el y la sentó en la cama. Ella no hizo nada, solo siguió con lo suyo.
—¿Puedo besarte?– Habló Tom, con sonrisa coqueta.
—¿A-Ah?... ¿Que has dicho?– interrogó Daisy, confundida, mientras dejaba los algodones de lado y lo miraba fijamente.
—Que si puedo abrazarte...– Falso, el preguntó otra cosa.
—¡Claro! ¿Ahora preguntas?
El se encogió de hombros e hizo que ella se apoye en su pecho. Tom la abrazó, acariciando su espalda pero por debajo de su blusa.
Ella sentía las calidas manos de Tom acariciarla, mientras el miraba el techo, pero ella estaba enfocada en sus ojos, boca, todas sus facciones...
