Capítulo 4

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Osack estaba estacionado como heraldo afuera del salón de baile y parecía hacer tiempo con cierta impaciencia. Consultaba su reloj de bolsillo, preguntándose qué podía estar entreteniendo a las Reinas. Había pasado casi un cuarto de hora desde que el Rey Estefan y la Reina Alice habían arribado. La Reina Alice le había dedicado la más inusual de las sonrisas cuando entró, deteniéndose brevemente para asegurarle que la real pareja llegaría pronto.

El mayordomo resopló. Todos los invitados estaban presentes y se sentía ansioso ante la idea de tantos miembros de la nobleza reunidos en un solo sitio con fácil acceso a los licores; esas situaciones nunca terminaban bien, especialmente para los sirvientes. Y aquella era una ocasión especial, santo cielo, si la Reina no se aparecía pronto, estaba listo para enviar una comitiva a buscarla–

Los ojos de Osack se abrieron en redondo e inconscientemente se enderezó. Acababa de vislumbrar a la Reina Lisa caminando por el pasillo con su nueva esposa, y justo a tiempo, finalmente, pensó el hombre. Caminaban sin prisa, con la atención de la una puesta en la otra. La reina se veía impecable en su traje y la princesa adorable en su vestido de gala.

Mientras esperaba, Osack notó lo relajados que se veían los hombros de la Reina y lo bien que caminaba con su esposa a su lado. Definitivamente una gran mejora desde la mañana, pensó con aprobación, al recordar lo tensa que la Reina Lisa había estado. Bueno, habían sido unos años muy duros para ella, pero Osack imaginaba que el matrimonio era justo lo que había necesitado. Las ocasiones en las que recordaba haberla visto más feliz eran aquellas en las que Jennie visitaba el castillo.

"Me gusta tu cabello suelto así". Alcanzó a escuchar que la princesa le decía a la reina mientras se aproximaban.

"Buenas noches, sus majestades", Osack las saludó con una reverencia. Ambas asintieron y lo saludaron, esperando ante la entrada cerrada del salón.

"¿Lista?" le preguntó Lisa. La Princesa le sonrió y asintió.

Osack abrió las puertas.

"¡Damas y caballeros, me permito anunciar la llegada de su real majestad, Lisa, Reina de Axemor, acompañada de su real alteza Jennie, Reina Consorte de Axemor y Princesa de Zedora!"

Así que eso es lo que soy. Pensó Jennie en desmayada admiración. Una Reina Consorte.

El salón de baile era inmenso y fácilmente podían caber en él varios cientos de personas, tal vez incluso mil. Alrededor había dispuestas mesas y sillas acomodadas en un anillo, dejando espacio libre al centro para bailar más tarde. La mayoría de los invitados estaban sentados, con sus copas en mano, mientras los meseros iban de aquí para allá con charolas brillantes cargadas de comida y bebida. Todo estaba iluminado tenuemente bajo la luz de las velas que pendían de enormes candelabros, lo que hacía que el mármol y la madera oscura del interior brillara de manera cálida. Una orquesta estaba situada en un rincón y una gran y larga mesa había sido colocada en la cabeza del salón, por la escalera imperial, justo debajo de las puertas. Jennie podía ver a sus padres sentados a la mesa, la cabecera estaba reservada para ella y para Lisa.

Todos se levantaron al unísono.

"¿A cuánta gente has invitado?" le susurró Jennie a Lisa con los ojos abiertos en sorpresa.

"No estoy segura". Admitió Lisa. "Había tantos extranjeros relacionados con nosotros de manera tangencial y muchas otras familias nobles que al final le dejé todo a Osack, quien probablemente le dio esa tarea a alguien más para que lo arreglara todo con tu familia".

"Ni siquiera estoy segura de haber visto a tanta gente junta en un solo lugar". Jennie se apretó contra Lisa nerviosamente. "Lisa, será mejor que me atrapes si me tropiezo otra vez. No será mi culpa si entorpezco porque decidiste invitar a ambos reinos a nuestra recepción".

El destino de la reina (Jenlisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora