...
En silencio absoluto retornaron a la mansión, sus corazones latiendo con una anticipación palpable. Cada una inmersa en pensamientos sobre lo que sería aquella noche tan anhelada. Habían esperado lo suficiente.
Llegaron pronto a la mansión, en aquellas horas, casi todos los empleados habían regresado a casa y solo quedaban algunos guardias protegiendo las entradas.
Con una disculpa, Jennie se marchó a darse un breve baño, mientras que Lisa hizo lo propio dirigiéndose a un cuarto adyacente de la habitación principal a tomar el suyo.
Lisa estaba ansiosa, ¿para qué mentir? Era una mezcla de nervios y júbilo, no quería arruinar nada. Se adentró en la bañera tratando de calmarse, solo debía dejarse llevar por el momento, eso le había dicho una vez Jennie.
Pero– solo imaginarse que vería a Jennie desnuda y que sería ella quién tocaría y besaría ese cuerpo. Los nervios la inundaron, pero también ese deseo abrumador, sintió sus mejillas sonrojarse y sus manos cosquillear.
Cuando vio a la princesa después de tantos años en Zedora, cayó en cuenta que Jennie había crecido para convertirse en un hermosa mujer, su figura más curvilinea y con las proporciones perfectas en su lugar, jamás pensó en esos momentos que alguna vez podría estar íntimamente con ella, la boda– la boda después de todo, era solo algo político que su padre y su tío Alexander acordaron, no tenía por qué ser una verdadera unión. Así debía ser, pero los sentimientos de Lisa, que siempre fueron de amor hacia su amiga, no permitió ver esa unión como formal, quería que Jennie fuera feliz, incluso si debía herirse así misma, pero solo cometió error tras error. Pero su hermosa esposa le había abierto su corazón.
Su pulso se aceleró, podía escuchar sus latidos y sus palmas volvieron a cosquillear. Debía calmarse, debía comportarse a la altura, no era una chiquilla, debía ser una noche perfecta, por Jennie— por ambas.
Se echó un poco de agua en la cara.
Inhaló profundo y exhaló lentamente. Si las cosas marchaban como esa vez en la habitación de Lisa, lo más seguro era que su cuerpo se guiara por los anhelos de Jennie y los suyos. Tendría que confiar en esos instintos tan primitivos. Solo por esa vez, botaría la propiedad y disfrutaría del momento.
Salió de la bañera y se secó. Se envolvió en una bata de seda color vino que le llegaba por encima de las rodillas. Dudo en vestirse, después de todo sería tonto si luedo iba a desnudarse otra vez, así que decidió ir de esa forma a la habitación. Se dirigió a la puerta que conectaba ambos cuartos.
Tomó aire y se dispuso a abrir la entrada de pino. Cuando entró a la habitación lo primero que captaron sus ojos fue a Jennie sentada al borde de la cama. El cabello húmedo y usando solo un fino camisón que le llegaba a la mitad del muslo, nada más; no había enaguas, ni el molesto corsé.
Lisa tragó duró.
"Oh, ya estás aquí". Dijo Jennie, la princesa la recorrió de pies a cabeza. La postura de Jennie era algo inhibida y tenía un dulce carmín pintando sus mejillas.
"Sí, ¿esperaste mucho?"
"No, en realidad acabo de salir". Lisa solo asintió a las palabras. “Pensé que había tardado, no sabía qué debía usar”
“Yo tampoco–” las hermosas piernas de su esposa tenían un toque dorado debido a la luz amarilla de los candelabros y demandaban su atención. Carraspeó un poco. “Tampoco sabía que ponerme”.
“Tengo que aceptar que estoy un poco nerviosa, ¿lo estas tú?” Lisa solo asintió, ¿qué decía Jennie? ¿debía acaso agradecerle a los dioses de las cabalgatas por permitirle a su esposa tener piernas tan maravillosas? Pronto Lisa recorrería tales bellezas con sus propias manos. El aire quedó atrapado en sus pulmones de solo pensarlo, la piel se veía tan suave…
ESTÁS LEYENDO
El destino de la reina (Jenlisa)
FanfictionLisa, la reina de Axemor, y la princesa Jennie de Zedora se ven envueltas en una historia de amor y descubrimiento, pero ninguna puede imaginarse lo que las acecha en las sombras.