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"Sí, creo que hemos sido muy afortunadas". La sonrisa de Lisa fue leve, pero muy luminosa.
"Pero no fue suerte", murmuró Jennie. Sus miradas se encontraron y se mantuvieron así, pasó un buen rato en el que parecieron simplemente estarse estudiando la una a la otra. La expresión en los ojos marrones se volvió eventualmente indagatoria, pero Lisa parecía lo suficiente satisfecha como para permitir que ese placentero silencio se alargara.
Tan hermoso y querido, ese rostro suyo, aun cuando la propietaria le probaba la paciencia incansablemente como un gato decidido. Jennie se sentía suavizándose, como un chocolate al que se sostiene por mucho tiempo. Incluso la idea de Lisa fastidiándola con alguno de sus evidentes y ridículos caprichos sólo le suscitaba un borbotón de profundo e inmenso cariño. Aunque estaba segura que el sentimiento no iba a ser uno duradero.
Pero Lisa era toda suya: preciosas facciones, lengua afilada, costumbres que la enloquecían. Y la certeza de que podía estremecerla de la cabeza hasta los pies.
"¿Cómo podría haber sido eso suerte?" Jennie se reclinó sobre los talones y se dejó llevar por la urgencia de suspirarle alegremente. "Yo creo que tu padre sabía que de no hacer algo, te la habrías pasado vacilando eternamente sin hacer nada. Te ahorró un montón de agonía, si lo ves de cierto modo".
"Lo haces sonar como si lo hubiera hecho porque mi comportamiento lo exasperara. Como si se hubiera tenido... que hacer cargo". Hubo un dejo de remordimiento, el necesario para que el labio de Lisa se crispara.
Ah, ese orgullo. Jennie deseó abalanzarse directamente a besar el rostro de Lisa, pero disfrutaba mucho de provocar a la reina casi tanto como le gustaba probarle los labios. Así que Jennie simplemente se apretó la lengua contra la mejilla. "¿Tú no lo ves de ese modo?"
"Me temo que no comparto esta opinión contigo", replicó Lisa, sus ojos se volvieron un par de rendijas en su dirección.
"Pero te conozco bien. Apuesto a que habría habido la suficiente indecisión y drama como para tener las actividades de Axemor paradas hasta conducirlo a la miseria. De verdad, deberíamos agradecer las providencias tomadas por el tío Alexander". Esto fue acompañado con un asentimiento muy sabio.
"Seguimos con las mofas" murmuró la reina alzando una ceja en actitud dominante mientras se cruzaba de brazos. Lo dijo con arrogancia al tiempo que se componía una imagen de sorprendente majestad, casi como lo habría hecho un pavo real al desplegar la cola. "Me parece que te olvidas con quién te has casado".
Aquel tono hizo que los labios se le torcieran a Jennie antes de que pudiera recuperar la compostura. "Oh, ¡Pero imagina con quién pude haber terminado en nupcias de no haber sido por tu padre!" Jennie batió el brazo teatralmente, casi golpeando a Lisa en la barbilla en el proceso. "Él contaba con otros seis hermanos ¡Y solo Dios sabe con cuántas cuñadas habría tenido que lidiar! ¿Te imaginas?" Expuso Jennie con falsa gravedad.
Los ojos de Lisa giraron en dominada elegancia. "Alabado sea entonces que yo contara con la bendición de ser hija única si es que no te place la idea de otros parientes. Y no solo eso, sino que deberías felicitarme por mantenerte fuera del mercado casadero por el bienestar de todos esos ignorantes y sobre reproducidos príncipes. En verdad que mi generosidad no conoce fronteras aún si es que tú evidentemente le acreditas tal gracia a mi padre por mi sacrificio". Lisa se colocó una mano sobre el pecho, la expresión vagamente ofendida que dibujaba en su rostro disfrazaba su tono herido. "Creía que me había ganado tus afectos, pero veo que aparentemente no es el caso".
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El destino de la reina (Jenlisa)
FanfictionLisa, la reina de Axemor, y la princesa Jennie de Zedora se ven envueltas en una historia de amor y descubrimiento, pero ninguna puede imaginarse lo que las acecha en las sombras.