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HEROMe sentía, no sé cómo me sentía. Llevaba una sonrisa bobalicona durante los tres días siguientes. Al acostarme esa noche, sentía que la emoción seguía vibrando en mi interior. Sabía que algo había cambiado, que habíamos cruzado una línea que no había vuelta atrás. Aunque el futuro era incierto, esa noche quedó grabada en mi memoria como el instante en que finalmente me atreví a seguir mi corazón y a tomar el riesgo de la vulnerabilidad. Era como si, por fin, hubiera encontrado mi lugar en su mundo, y él había encontrado un espacio en el mío.
Ya era miércoles, me estaba arreglando para ir a recoger a Claudia al aeropuerto y seguía en pie mandándome mensajes con Jaden. Había descubierto que él también estaba estudiando ingeniería mecánica y además trabajando por la tarde, aunque no había podido sonsacarle donde trabajaba. Me dijo que algún día lo descubriría, que fuera paciente. No habíamos podido quedar ni una sola vez en estos tres días, pero no me importaba, la sonrisa no se me iba a marchar por nada. Incluso mi madre se dio cuenta de que estaba más feliz que de costumbre y ya me había preguntado un montón de veces, pero no iba a decirle nada. No quería hacerme ilusiones cuando todo apuntaba a que podría salir mal.
Me bajé del tren en la salida del aeropuerto y en menos de diez minutos estaba esperando a las puertas de los que desembarcaban. Tenía ganas de ver a Claudia y contarle todo lo que me había pasado, lo feliz que estaba. Recibí un mensaje de Lucía preguntándome si podía quedar más tarde para hablar y le respondí que en cuanto tuviera un hueco la llamaría. Mientras guardaba el móvil en mi bolsillo, Claudia salió con su maleta arrastrándola detrás y sus padres a cada lado.
—¡Clau!
—¡Hero!
Dejó la maleta en mitad y salimos corriendo una hacia la otra para encontrarnos en un abrazo. Sólo se había ido una semana, pero para mí había sido una eternidad.
—¡Te he echado de menos, bruta!—le dije sin separarme de su abrazo.
—¡Y yo a ti!
Sus padres llegaron a mi lado y los saludé con un abrazo corto, teníamos confianza, pero nada cerca a la que tenía con Claudia. Un taxi ya les esperaba en la parada, metieron las maletas y nos subimos todos para ir de camino hacia su casa. Al llegar, ayude a Claudia a vaciar la maleta mientras hablábamos y pensé que sería el momento ideal para contarle lo de Jaden cuando preguntó:
—Tienes algo que contarme, ¿verdad?
Cogí una camiseta y la colgué en su armario.
—Sí, han... han pasado muchas cosas desde que te fuiste.
—No me dirás que te has echado otra nueva mejor amiga, ¿no?
Me reí y sacudí la cabeza arrugando la nariz. A ella no había forma de que nadie la reemplazara. Era imposible.
—No. Es sobre—me volví hacia ella y carraspeé—, es sobre Jaden.
Mi mejor amiga se quedó quieta un segundo mirándome. La expresión en su rostro se ensombreció.
—Jaden y yo nos hemos estado acercando y... nos hemos besado.
Recuerdo lo que me dijo cuando la llamé desde el hospital. Sé que ella estaba en contra de todo esto, pero debía hacerle ver que Jaden realmente no era como decían, o al menos conmigo.
—Os besasteis.—no fue una pregunta. Sus ojos puestos en mi me gritaban que eso no le había gustado.
—Sí, él...—una sonrisa bobalicona se adueñó de mis labios.—, él me dijo que yo le gustaba. Sabía quién era yo. Me recordaba. Y ya sabes cuánto me gusta él a mi.
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Ni un día más sin ti [#1] ©
RomanceMi nombre es Jaden y mi vida era un torbellino de fiestas, alcohol y chicas. Cada noche era un nuevo desenfreno, solo hasta que él la trajo llamándola "mi chica". Pero no era su chica, porque ella era mía desde que la conocí en aquel campamento de v...