🌸Capítulo 13🌸

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JADEN

En cuanto me dio vía libre para hacerlo, recorrí la distancia que nos separaba y estampé mis labios en los suyos, tal como me había pedido ella. No me reprimí en saborear su boca y pegarla a la pared, para apretar mi cuerpo contra el suyo. Mi miembro ya estaba listo para salir a jugar, pero para que eso sucediera con ella antes tenía que pasar mucho tiempo, sin embargo tampoco me reprimí en hacerle saber cuando la deseaba. La levanté y la obligué a rodear mi cintura con sus piernas para profundizar el beso y aproveché que el vestido que llevaba se deslizara hacia arriba para restregarme un poco en su centro. Ella gimió contra mi boca, y juro que fue el sonido más maravilloso que había escuchado nunca. Muchas otras lo habían hecho, pero aquí sólo estábamos ella y yo, y las demás habían desaparecido de mi cabeza. Planté mis manos en su trasero libre de tela para mantenerla donde quería y le devoré la boca. Podía sentir su aliento cálido mezclándose con el mío, y cada suave suspiro se convertía en un eco del deseo que compartíamos. Porque esto lo confirmaba, me deseaba como yo a ella y me daba esperanzas para avanzar en mi propósito de hacer que se enamorase de mí.

No sabía cuánto la deseaba hasta que me pidió que la besara, ni tampoco cuánto necesitaba besarla hasta que la tuve sentada delante de mi en el coche. Ella levantó las manos y enredó sus dedos en mi cabello, acercándome más. Su lengua bailó con la mía como si fuera una batalla para ver quien de los dos ganaba. Los dedos de mis manos se movieron para encontrar el fino hilo de su tanga y me entraron ganas de rompérselos ahí mismo y guardármelos para ponerlo junto con el que ya le robe en la fiesta de León, pero aparté los dedos conteniéndome. Ella gimió cuando una de mis manos se paró bajo la copa de su sujetador. Era tentador tenerla tan cerca, pero no querer dar el siguiente paso. No quería asustarla si ponía todo mi empeño en hacerle ver cuanto podía hacerle disfrutar, podría simplemente romper la tregua por no estar preparada...

Su mano agarró la mía y la puso encima de uno de sus pechos, sorprendiéndome y excitándome a partes iguales. Esta vez fui yo quien gemía al sentir cómo sus dientes mordieron mi labio inferior y al abrir los ojos por no sentir el contacto de sus labios, vi que me miraba con las mismas ganas que yo le tenía a ella. Agradecí a quien fuera que estuviera cumpliendo mis deseos por eso. Sacó su lengua juguetona y me dio una lamida en los labios. Eso hizo que mi miembro diera una sacudida de placer.

—Joder, no hagas eso...

Volví a acercarme a su boca con muchas más ganas que antes, esta vez sobándole el pecho por encima de la camiseta, sintiendo que la ropa sobraba, y sin poder evitarlo metí la misma mano por debajo del vestido y encontré su pecho. Que no me frenase sólo aumentaban las ganas de tirarla al suelo y follármela ahí mismo. Bajé su sujetador y encontré su pezón ya erecto del deseo. Lo pellizqué y ella gimió de nuevo contra mi boca, sentí como se ponía rígida y volví a pellizcarlo. Esta vez separó su boca de la mía para mirarme con unos ojos llenos de un deseo irrefrenable. Estaba muy, pero que muy cachonda. Y yo... No creo que ni siquiera pudiera a llegar al mismo punto en el que estaba yo. Creo que si me restregara unas cuantas veces más sobre la fina tela de su tanga podría llegar a correrme en los pantalones. La miré con el mismo deseo, miré sus ojos y sus labios hinchados por mis besos. Pellizqué de nuevo su pezón y vi cómo echaba la cabeza hacia atrás y abría ligeramente los labios para mi. ¿Por qué me ponía tanto el placer que le daba? Nunca antes me había pasado con otra. Con las otras simplemente quería disfrutar yo, no verlas disfrutar a ellas. Tragué saliva y, esta vez, presioné mi miembro contra ella a la vez que pellizcaba para escuchar su gemido. Su mirada volvió de nuevo a la mía, su ceño se había fruncido del placer. ¿Acaso no se lo esperaba? Esto no era lo único que podía hacer, había muchas otras cosas que quería hacerle.

—Jaden...

La callé llevando mi boca de nuevo a la suya y acariciando su pezon en círculos. No quería tener que escucharla decir que parase, no podría parar ni aunque me lo pidiera. Era tan adictiva, su boca, su lengua, su sabor, ella. No quería imaginarme el momento en que probase su intimidad porque sabía que sabría tan dulce como la miel y entonces ya nadie podría separarme de ella. Creo, que incluso ahora ya nada podría hacerme cambiar de opinión. Me gustaba... no, me encantaba. Ahora lo reconfirmaba.

Ni un día más sin ti [#1] © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora