Ni un día más sin ti [#1] ©

🌸CAPITULO 23🌸

Se viene un capítulo intensito, lo advierto.
No para menores de 18 según las reglas, no para menores de 16 según las mías.

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JADEN

Me pasé toda la noche junto a la puerta de la habitación de Hero y Lucía. Desde allí había escuchado sus sollozos, había aporreado la puerta para que mi mejor amiga me dejara pasar y hablar con mi chica pero no lo hizo.

—Está asustada, Jaden. Nunca había visto nada tan violento. No quiere verte ahora —fue lo que dijo—. Vete a tu habitación e intenta dormir un poco. Yo me quedaré con ella durante toda la noche e intentaré calmarla.

Pero no me había ido sino que me había quedado ahí, siendo masoquista, y escuchándola llorar hasta que, imagino, se quedaría dormida.

A la mañana siguiente me despertaron unos clientes del hotel saliendo de su habitación. Me había quedado dormido con la cabeza apoyada a la pared junto a la puerta de Hero y podía ver la luz del sol que entraba por los ventanales del pasillo. Las imágenes de León besando a mi chica a la fuerza llegaron con firmeza a mi cabeza, luego los golpes y la sangre que se difuminaba en el agua de la piscina. Sabía que pasaría esto desde el mismo momento en que me enamoré de ella. No podría soportar ver a otro hombre tocándola y en efecto eso fue lo que sentí. Había querido destruir a León, y había sido tan estúpido como para que la ira me cegara y casi lo ahogase en la piscina. Fue un acto impensable y que asustó a mucha gente. Por suerte, me separaron a tiempo de él.

—Eh, tío —giré la cabeza hacia la voz de Álvaro al otro lado del pasillo—. ¿No has dormido nada?

Negué con la cabeza y me levanté dando una mirada hacia la puerta de Hero. Sentí la mano de Álvaro apoyarse en mi hombro.

—Venga, colega. La guía turística nos espera en menos de quince minutos abajo.
Suspiré. Había olvidado por completo que teníamos un viaje turístico por la isla en bicicleta. ¿Quién tenía ganas de montar en bici tan temprano?

Me levanté cansado y desanimado, este viaje no estaba siendo para nada lo planeado. Me metí bajo los chorros de la ducha y me vestí con algo deportivo para ir en bicicleta. Al mirarme en el espejo vi una marca roja convirtiéndose en burdeos en mi pómulo derecho y recordé el gancho de izquierda que me había dado León que nos derrumbó a ambos a la piscina.

Nos reunimos con los demás en la puerta principal del hotel donde nos esperaba la guía turística realizando el recuento de los participantes y explicando los detalles del tour en bicicleta. Hero, que estaba junto a mi mejor amiga, ni siquiera me miró. Sabía que yo había llegado junto a Álvaro ya que pude notar la tensión en su postura y la tristeza en sus ojos. Se había puesto unos pantalones vaqueros cortos y una camiseta de tirantes que reconocí que era de Lucía, aún así estaba guapísima, excepto por sus ojos rojos e hinchados.

Al verla conversando con el tío del avión, Fran, una punzada de celos me atravesó. ¿Qué pasa que ese gilipollas no tenía amigos? Posiblemente serían lo que estaban a su lado, uno de ellos hablando con Marta. Volví mi mirada hacia mi novia y apreté los dientes. Fran la estaba haciendo reír; ese tío le gustaba, lo veía en sus ojos. Apreté los puños, recordándome a mí mismo que no debía dejarme llevar por los celos ni actuar impulsivamente.

Sabía que tenía que hablar con Hero y aclarar lo que había sucedido la noche anterior. No quería que estuviera asustada o preocupada por mí; ¿aunque preocupada por qué motivo? Estaba seguro que el verme fuera de control anoche la había asustado hasta la médula. La había cagado. Siempre la cagaba. Me lo repetía una y otra vez. Ella era perfecta en todos los sentidos, y yo estaba jodido por dentro en todos los sentidos. Igualmente era lo suficientemente egoísta para seguir intentándolo por ella.