Prólogo: Oda a Pablo César Aimar

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Llegando tarde de nuevo, como me pasa los últimos días después del arranque caótico de una nueva "rutina" para la que todavía no me siento preparada. Mi casa es un quilombo, mi día a día de lo más aburrido, en el trabajo... más lío. Así que lo único que me distrae es venir un rato a clases, tratar de desconectarme de los problemas e intentar ser cada día un poquito más inteligente para no sentir que desperdicio mi tiempo. Aun así, últimamente también padezco cada aparición en Ciudad Universitaria, sobre todo en una clase particular. El Seminario que elegí para hacer la práctica docente que consolidará el final de mi carrera académica, al menos un primer tramo. Por qué se preguntarán ustedes pero, si son un poco despiertos respecto al marco que envuelve a este pequeño texto, advertirán qué aquel hombre, dueños de nuestros suspiros y fantasías, generador de admiración y de otras tantas cosas no decibles en voz alta se ha convertido, desde hace un tiempo, en el protagonista de mis sueños más delirantes. Por lo tanto, la realidad no siempre se aleja de la ficción.

La correlación pasa por ese primer punto, culpa de algún pensamiento cruzado que me lleva a transpolar un crush docente hacia un ex jugador de fútbol. Pensar a Pablo como profe obviamente no es una idea que me pertenezca, a estas alturas nadie puede ser dueño de nada en tanto la creatividad corre por todos lados, del reciclaje a la transformación, nada es mera invención. Pero más allá de eso, la idea de relacionarlo con este jefe de cátedra está ligada al simple hecho de que él es de las pocas figuras masculinas que habitan dicho espacio, siendo quien dialoga con la supremacía de la platea femenina en el campo de las letras, con actitud canchera y que sabe captar la atención de su público y hacer de nosotras todo lo que quiera. Pido por favor que no piensen cosas raras, solamente es un profe copado de esos que rara vez te encontrás, que despierta interés por todo lo que sabe y porque presenta los conocimientos de forma clara y reveladora al mismo tiempo.

Obviamente, estoy pensando en un profesor en particular, supongo que por eso me cuesta plasmar su personalidad en consonancia con la de Pablo pero la imagen se repite indefinidamente después de haber caído en un fic donde su rol llegó a los puntos más álgidos de la exploración de la fantasía. Quizás estoy trasladando mi admiración académica a un crush ideal ya que de repente, resuena en mi cabeza la idea de "qué tan malo sería". La exploración del inconsciente tiene límites y si estamos acá es porque buscamos jugar y por un rato, olvidarnos de los fracasos amorosos que son el pan de cada día. He escuchado múltiples entrevistas de Pablo, más que nada porque esa tonada cordobesa es imposible de resistir, pero lo que más me gusta es su convicción en la formación de los jóvenes, el cómo habla de la importancia de la disciplina y la vocación. Esos momentos donde reflexiona en profundidad sobre su pasado, sus logros, la gente que admira, su familia, los sueños y demás narrativa que nos permite esbozar su perfil de personalidad pese a nunca haber interactuado con él.

Esas clases magistrales con las que nos demuestra que tranquilamente podría desempeñarse como profe por la pasión con que habla, por la conexión que siente con aquel deporte que nos mueve, nos une y nos convoca a vivir el sentido de pertenencia de otra manera. Asumiendo un rol complementario que ha ido adquiriendo centralidad por representar ese hilo de tensión con que todos vivimos cada partido del último mundial. Más allá de que no le gusten las cámaras, con el tiempo nos fuimos haciéndonos a la idea de que a pesar de todo, él siempre está ahí, acompañando, con las palabras justas por más que sean pocas. Brindando el apoyo moral y táctico que Scaloni tanto necesitó, lo que también les costó volverse shippeables y hasta pasar a ser glorificados como representantes futboleros de la reversión de nuestros "próceres argentinos".

Descubrí algo de su historia, su gloria futbolística, he visto partidos y me he sentido, aunque sea por un rato, parte de ese pasado de esplendor que nada tiene para envidiarle al actual presente donde rompieron todos los esquemas, callaron múltiples bocas y nos dejaron en lo más alto. Ese orgullo nacional que nos hicieron sentir y que me llevaron, después de la Copa América 2021 a descubrir quiénes eran los que estaban atrás de semejante triunfo, en un momento donde, post Rusia 2018, cargábamos con un sabor amargo que contribuyó a incrementar nuestra fascinación por este grupo al que hoy todos admiramos y vitoreamos a todo pulmón. Es allí donde hacía su mágica aparición Pablo César Aimar, uno de los ayudantes de campo de nuestro "inexperto DT" que llamó mi atención después de que mi viejo advirtiera que también había sido jugador de River, un "crack" de esos tiempos donde se vivía la profesión no como un símbolo de acumulación de guita sino con la creencia de que se puede vivir de lo que se ama.

Redamancia O.S de Pablo Aimar ☆☆☆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora