6. "La amiga de la infancia" (1/2)

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"Y si reía, él le daba la luna"

1990-1995

Pablo y Olivia se conocieron en la infancia. Ella se había mudado con su papá, dejando Bahía Blanca y sus lugares favoritos, a sus amigos, a sus abuelos, etc. Pero a la edad de once años no podía tomar ninguna decisión y, siendo que su padre carecía de buenas ofertas laborales, le llegó una oportunidad que no podían desaprovechar. Olivia había perdido a su mamá casi sin conocerla. Apenas recordaba su típico olor a lavanda, los vestidos coloridos que siempre le gustaba usar y las canciones de Spinetta que tarareaba al cocinar o mientras la ayudaba a hacer la tarea.

María había fallecido en un accidente automovilístico cuatro años atrás, pero su ausencia había calado hondo en su papá, sumiéndolo en un mutismo reservado que lo volvió hosco y antipático para con el mundo. Sin embargo, su hija sabía que se esforzaba por hacerla feliz, comprándole los libros que quería, llevándola a comer a lindos lugares y tratando de sacarle charla para poder conocer qué pasaba por su mente.

Sin embargo, a Olivia le costaba adaptarse a los cambios y la muerte de su mamá tan sólo fue una alarma paralizante que la dejó en un estado de perturbación constante. Un día, ella había salido del trabajo pero nunca llegó a la escuela a buscar a su hija. Olivia sintió enojo al saberse olvidada pero rápidamente eso se transformó en tristeza y desesperación al entender que aquella mañana había sido la última vez que saludó a su mamá, y ni siquiera recordaba haberle dicho "te quiero".

Eso le rompió el corazón de una manera inimaginable, un dolor que le cerró el pecho y que la acompañó a lo largo de toda su corta vida. Por suerte, sus amigos habían hecho caso omiso y seguían acompañándola en su penitencia de soledad autoimpuesta. Las tardes de fútbol, las pijamadas o aquellas maratones de películas con las que intentaban recuperar a la amiga que sonreía siempre y que tomaba la iniciativa en cada juego.

No había un día en que estuviera sola fuera de la escuela. Si no era con sus compañeros, eran sus abuelos los que se encargaban de levantarle la autoestima. Preparar dulce casero, aprender a tejer, jugar ajedrez, etc. Todos los días se llenaban con actividades para bloquear aquellos pensamientos tristes que surgían constantemente al pensar en su mamá. Pero aun así, todavía persistía el miedo de olvidar su imagen. Por eso, su abuela Rita se encargó de prepararle una caja con fotos, anotarle la marca de su perfume, ordenar sus casettes y otras cosas para que Olivia pudiera sentirla siempre cerca.

El viaje para Córdoba había sido una noticia angustiante para toda la familia pero ya no había nada por hacer. Con los bolsos preparados, su "caja de mamá" y su peluche preferido Olivia se subió al auto para llorar en silencio, después de haberse despedido de sus abuelos y amigos.

Río Cuarto era una aventura y, al mismo tiempo, le aterraba. Nuevos lugares por descubrir, nuevas personas, volverse desconocida así como desconocer la lógica invisible que subyace a toda comunidad. Su nueva casa tampoco era lo que esperaba. El cambio de tamaño era totalmente desfavorable pero sabía que eso tenía que ver con que su papá buscaba acomodarse a sus nuevas posibilidades. Con sus turnos dobles en el hospital, Olivia ahora estaba preocupada por cómo llenar las muchas horas de ocio con las que iba a contar.

...

La rutina dictaba el tener que levantarse temprano, desayunar con sus hermanos, apretujados en la mesa del comedor, y partir en bici hasta la escuela. Para Pablo, aquel día era como todos los demás e incluso se sentía molesto al no haber podido convencer a su mamá de faltar porque hoy iba a llover. Por eso, llegó más temprano de lo normal y se entretuvo jugando un picadito con sus amigos en el patio de la escuela. El timbre sonó y su amigo Juan guardó la pelota improvisada con papel y cinta en la mochila. El compañero de banco de Pablo había faltado, "suertudo" pensó él.

Redamancia O.S de Pablo Aimar ☆☆☆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora